El actor Álvaro Gómez, que sufrió abusos de parte del sacerdote jesuita, Juan Miguel Leturia, fustigó al Papa por no reunirse con personas que han sido víctimas de este tipo de situaciones.

Leturia, que falleció en diciembre de 2011, se desempeñó como rector del colegio San Mateo de Osorno y recibió una sentencia canónica de la que, según la instancia denunciante, no existen mayores antecedentes.

Estos últimos días, apareció entre los 78 clérigos chilenos vinculados a casos de abuso sexual en un listado elaborado por la organización internacional Bishop Accountability.

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Sobre el sacerdote pesaban no sólo denuncias de abuso sexual, sino también un reconocido alcoholismo que lo llevó a buscar tratamiento tanto en Chile como en Estados Unidos, situaciones que en la parte final de su vida le permitieron trabajar en educación sólo con adultos.

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Sin embargo, fue sólo en 2005 cuando se reconoció la existencia de una denuncia formal, tanto a nivel judicial como eclesiástico, por parte de un exalumno del colegio San Mateo.

En tal sentido ha trascendido que, además de palmadas a los estudiantes, Leturia habría supuestamente impulsado un estudio sobre el “biotipo físico”, realizando mediciones a los genitales de algunos educandos.

La denuncia a nivel judicial no tuvo efecto, pues los delitos denunciados estaban prescritos.

Una de las personas que reconoció públicamente haber sufrido tocaciones por parte de Leturia, fue el actor Álvaro Gómez.

El artista valoró la postura de los Laicos Organizados de Osorno, que se oponen a la presencia del obispo Juan Barros -vinculado a Fernando Karadima- en la diócesis; pero más aún al secretismo que asegura existe desde siempre en la Iglesia Católica.

Gómez criticó el hecho que el Papa no vaya a reunirse con víctimas de abusos sexuales al interior de la iglesia, o con los laicos organizados de Osorno. Una conducta que, en todo caso, dijo que no le sorprende.

A su juicio, se necesita que la sociedad tome postura crítica frente al abuso sexual, no sólo ante los perpetrados por los sacerdotes, sino también por cualquier persona, con tal de que no sean silenciados.