En Chile, al menos un 15% de las mujeres que se convierten en madre sufren de depresión posparto.

Este padecimiento se presenta luego de dar a luz al bebé, y afecta mayoritariamente a las mujeres -también afecta a algunos padres- y se manifiesta con profundos sentimientos de tristeza, llanto y síntomas de depresión.

El doctor Hugo Leiva, especialista en medicina reproductiva, indica que “después del parto se produce un nivel de cambio hormonal importante en las mujeres, y eso produce que sientan una tristeza o desánimo”. Se piensa que cerca del 90% de las madres lo sienten, y en un porcentaje menor, entre el 10 o 15%, presentan una depresión.

En el mundo, las cifras son similares, y la enfermedad desencadena un verdadero martirio a quien la sufre. Así lo demostró el portal de entretención BuzzFeed, quienes recopilaron testimonios de mujeres que padecieron esta condición.

Revisa aquí 10 testimonios de madres estadounidenses que vivieron la depresión posparto.

1. Emily, Maryland

“Antes de dejar el hospital me dijeron que llamara al médico si después de dos semanas no sentía que era yo misma. Recuerdo cómo contaba los días que faltaban hasta esa fecha mágica de dos semanas para ver si se desvanecían mis pensamientos negativos. Pero no lo hicieron. Esperé y esperé. No dormía. Lloraba mucho”.

“Todas mis amigas estaban teniendo una maternidad fácil y sin problemas. ¿Por qué yo no? Recuerdo que bajaba las escaleras con mi hijo y de repente me lo imaginé rodando por ellas y llorando. Inmediatamente lo sujeté con más fuerza contra mí y caminé con más cuidado. ¿Qué clase de madre piensa eso? Me sentía como un monstruo y pensaba que no se lo podía decir a nadie o me quitarían mi bebé. En ese punto supe que tenía una enfermedad mental posparto”.

2. Lucy, Florida

“Lloraba siempre que mi bebé lloraba. Todas y cada una de las veces. Yo sollozaba mientras la amamantaba y le cambiaba el pañal y la acunaba. Mi marido me preguntaba qué ocurría y yo simplemente negaba con la cabeza, con las lágrimas corriéndome por las mejillas, y decía: ‘no lo sé"”.

3. Bridget, Nueva York

“Mi marido había salido con sus amigos el fin de semana y yo tenía sentimientos abrumadores de ira y resentimiento sobre cuánto había cambiado mi vida desde que había nacido nuestra hija, mientras que la de él no había cambiado”.

“Finalmente me senté y pensé sobre cuánto había estado llorando y sobre todos los sentimientos abrumadores que había tenido durante los últimos 4 meses y descubrí que no había sido yo misma desde que había dado a luz”.

4. Kristin, Wisconsin

“Mi hijo de 7 meses estaba llorando frente a mí. Me sentía como si nunca tuviera un momento para mí misma. Él era extremadamente dependiente, solo dormía en mis brazos y lloraba todo el rato. Sentí cómo la ira se acumulaba en mi interior, subiendo desde el fondo del estómago hasta los hombros, hasta que salió de mí con una explosión. Grité a mi bebé. Ni siquiera reconocí la voz que salió de mí. Incluso aunque en ese punto apenas era funcional, no descubrí hasta ese momento que algo iba muy mal”.

5. Sarah, Washington

“Sabía desde el primer momento en que sostuve a mi hijo que necesitaba ayuda, pero me aterraba decirle a nadie lo que sentía porque no quería que me apartaran de mi bebé. Cuatro semanas más tarde me hospitalizaron por psicosis posparto”.

6. Ali, California

“Empecé a darme cuenta de que algo no iba bien cuando sentí la rabia más profunda que he sentido nunca. A veces me sentía como si quisiera ir por la calle destrozando parabrisas con un bate de béisbol.“.

“También me sentía como atrapada tras una espesa telaraña intentando comunicarme y conectar con otros, pero sin que nadie pudiera escucharme; en especial mi bebé, con el cual quería establecer un vínculo desesperadamente y simplemente no podía hacerlo de la forma que deseaba. Mi hijo prefería a mi marido, lo cual me resultaba muy angustioso”.

7. Lisa, Nueva Jersey

“Tenía trillizos, aún era invierno y estaba en casa sola con ellos. Era un día cualquiera en la época en que los bebés tenían en torno a 6 semanas. Estaba dándoles de comer, sacándoles los gases, cambiando pañales, una y otra vez durante todo el día. Era robótico”.

“Recuerdo pensar que debería sentirme involucrada, debería estar presente. Había esperado tanto tiempo para ser madre… Y ya lo era y no sentía nada. Los quería, no deseaba hacerles daño, pero no sentía nada: ni alegría, ni felicidad. Nada de lo que ‘sentía’ que iba a sentir después de todos esos años de infertilidad”.

8. Sarah, Minnesota

“Creía que lloraría al ver a mi hija por primera vez, pero no sentí absolutamente nada. No quería hacer piel con piel. Dejaba que mi marido la sostuviera y yo miraba desde la cama. No le cambié los pañales en todo el tiempo que estuvimos en el hospital, excepto en una ocasión en que mi marido se fue a casa a ducharse. No quería alimentarla ni abrazarla; solo quería volver a recuperar mi vida normal”.

9. Anónimo

“Estaba tumbada en la cama intentando dormir a mi hijo de 6 meses. Ya había empezado a sentirme sobrepasada por la ansiedad, la falta de sueño y la depresión cuando vi varias arañas arrastrándose por mi bebé. Lo golpeé con una almohada sin pensar, intentando apartar a las arañas. Aparté la almohada y me di cuenta de que no había arañas. Empecé a llorar y sentí pánico”.

“Dejé a mi hijo en su cuna y llamé a mi pareja inmediatamente. En una hora nos dirigimos a nuestro hospital local, donde me dijeron que estaba teniendo un episodio psicótico debido a mi depresión posparto y a mi trastorno de estrés postraumático”.

10. Katherine, Giorgia

“La verdad es que no sabía que estaba sufriendo trastornos mentales por la maternidad. Creía que sencillamente me había vuelto loca. Nunca se me ocurrió que estuviera relacionado con la depresión posparto, porque no me sentía deprimida, al menos según lo que yo pensaba que debía sentirse alguien con depresión”.

“Finalmente fui a ver a una terapeuta, convencida de que cuando le contara lo que estaba pensando y sintiendo tomaría el teléfono y llamaría a la policía. Me sentía tan miserable que ya nada me importaba. En vez de eso, me miró comprensivamente y dijo tranquilamente: ‘Estás teniendo pensamientos intrusivos, los cuales son un síntoma de ansiedad posparto. Podemos arreglarlo’. Y ese fue el comienzo de mi camino hacia la recuperación. Ella me salvó”.