Estados Unidos amaneció sacudido este domingo por un tiroteo en un club gay de Orlando que dejó 50 muertos y que las autoridades investigan como acto terrorista, aunque el padre del atacante estima que la motivación fue la homofobia.

El tirador, que murió en un intercambio de disparos con la policía, fue Omar Mateen, un ciudadano estadounidense de origen afgano de 29 años, según distintos medios estadounidenses.

Las autoridades, que informaron de 49 muertos y 53 heridos en lo que constituye el tiroteo más mortífero de la historia de Estados Unidos, abrieron una investigación por terrorismo, pero estiman por el momento que el atacante actuó solo.

El tirador pudo haber tenido “simpatías” por la causa islamista, de acuerdo con el FBI, la policía federal.

Pero el padre del sospechoso dijo creer que su hijo estaba motivado por el odio a los gays, no por su religión musulmana.

“Esto no tiene nada que ver con la religión“, dijo Mir Seddique a la cadena NBC, al afirmar que su hijo recientemente le había expresado la ira que le causó ver a una pareja gay besándose en el centro de Miami, y sugirió que el incidente pudo haber disparado la tragedia.

“El vio a dos hombres besándose frente a su esposa y su hijo y se puso furioso”, dijo Seddique a la cadena televisiva.

Pero el gobernador de Florida, el republicano Rick Scott, afirmó tajante en una rueda de prensa: “alguien que se lance ahí dentro y dispare activamente robando esa cantidad (de vidas…) se trata de un claro acto terrorista“.

William Negrón | @william_negron
William Negrón | @william_negron

“Salgan y corran”

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El incidente comenzó cerca de las 02:00 locales (03:00 horas en Chile) en la discoteca Pulse del centro de Orlando, donde según testigos un hombre abrió fuego con un arma automática.

“Hacia las 02:00 horas, alguien comenzó a disparar. La gente se tiró al suelo”, contó uno de los clientes del club, Ricardo Negron, a Sky News.

El testigo dijo haber escuchado “continuos disparos” durante casi un minuto, aunque le pareció mucho más.

La discoteca Pulse de Orlando, que se presenta en su sitio web como “el bar gay más ‘hot’ de Orlando”, colgó en su página de Facebook un último mensaje lapidario: “¡Salgan y corran!”.

“Tiroteo en Pulse Nightclub en S Orange. Múltiples víctimas. Manténgase fuera del área”, escribió la policía de Orlando en Twitter.

El testigo Christopher Hanson dijo que escuchó “fuertes ruidos de disparos. No vi a los atacantes, solamente vi cuerpos cayendo, cuando estaba ordenando una bebida en el bar”.

“Yo caí y me arrastré hacia afuera. La gente trataba de escapar”, dijo Hanson a la cadena CNN, agregando que había “sangre por todas partes”.

Rosie Feba estaba con una amiga cuando comenzaron los disparos.
“Ella me dijo que alguien estaba disparando. Todo el mundo se tiró al suelo”, dijo Feba al cotidiano Orlando Sentinel. “Le dije que no creía que fuera cierto, pensé que era solo parte de la música, hasta que vi fuego saliendo de su arma”.

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Rehenes

“La situación giró hacia una toma de rehenes“, dijo el jefe de policía de Orlando, John Mina, en conferencia de prensa. “Hacia las 05:00 horas (06:00 horas en Chile) de esta mañana se adoptó la decisión de rescatar a los rehenes que estaban allí”.

“En un momento, el sospechoso volvió al club, donde tuvieron lugar más disparos”, agregó.

No estaba claro si las víctimas murieron durante la toma de rehenes o si algunos fallecieron en el enfrentamiento del atacante con la policía.

La policía entró al lugar usando explosivos y rompiendo la pared con un carro blindado conocido como BearCat. El sospechoso murió en medio de una ráfaga de tiros, según el relato policial.

Mina indicó que alrededor de 30 personas fueron rescatadas durante la operación.

Se trató del segundo ataque en la ciudad en poco más de 24 horas, luego del asesinato el viernes de la cantante Christina Grimmie, exconcursante del show “The voice”, por un hombre de 27 años que la atacó al término de un concierto y luego se suicidó.

El teatro donde Grimmie fue atacada está situado a unos seis kilómetros del Pulse nightclub.

Las armas de fuego fueron usadas en 11.200 asesinatos en 2013 en Estados Unidos, pero hasta ahora no han llevado a la adopción de medidas efectivas para limitar su uso, en un país donde el derecho a portar armas está protegido por la segunda enmienda de la constitución.