Fue en agosto pasado cuando Mey Santamaría y su pareja decidieron convertirse en una “familia de acogida”, aquellas que se hacen cargo de un niño mientras una institución busca sus padres adoptivos. Así conocieron a “El Chinito”, un niño que les cambió la vida y del que tuvieron que despedirse este viernes, día en que sus padres definitivos fueron a buscarlo.

No tengo pena, ninguna. No tienes por donde sentirte mal. Estoy contenta. Tengo una sensación de satisfacción y de alegría. Lo voy a extrañar, pero lo voy a poder ver. No es una pérdida absoluta y está la satisfacción de que está con sus padres“, contó la cubana a Las Últimas Noticias en relación al difícil momento que tuvo que vivir este viernes con su pareja.

“Un par de semanas atrás me dijeron que ya era susceptible de ser adoptado. Cuando eso pasa se ponen a buscar a los padres, según las características físicas y generales del niño en la lista de espera entre los padres que ya están aprobados, y eso es súper rápido”, contó Santamaría sobre el proceso, que ella, al final de cuentas, resume como satisfactorio.

La modelo tenía miedo del fin del proceso: creía que sería un sufrimiento para ella, su pareja y el niño, pero no fue así. “Uno tiene miedo que la guagua sufra por lo que está dejando, pero no pasa eso. La entrega fue mágica. Pensé que yo iba a estar destruida y nada. No he soltado una lágrima en todo el día, estoy tan feliz, agradecida, convencida de que todo el amor que le dimos fue para prepararlo para este minuto”.

Pero, ¿seguirá siendo la suya una “familia de acogida”? Mey responde: “Por su puesto que voy a seguir siendo familia de acogida. Diez veces más convencida. Necesitamos más familias de acogida, que dejen de tenerle miedo a la hora de la entrega porque es mágica, divina y satisfactoria”, dijo.