La democracia es básicamente una noción familiar, una figura, una imagen querida aunque algo desdibujada que está impresa en algún lugar profundo de nuestra mente.

Sabemos que puede tener sus efectos, pero necesariamente la perdonamos. El británico Winston Churchill llegó a decir que la democracia es el peor de los sistemas políticos si descontamos a todos los demás.

Pero cuando nos ponemos a pensar en ella racionalmente comenzamos a descubrir que democracia es una noción confusa, llena de contradicciones, de laberintos ideológicos y teorías del poder político.

Es impresionante el número de grandes pensadores que han intentado llegar a una definición científica y filosóficamente válida, pero no han logrado ir más allá de ciertas arquitecturas ideológicos o incluso poéticas como la de Abraham Lincoln que definió la democracia como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Escucha la crónica de Ruperto Concha: