Un verdadero desastre se observa en plantaciones de cerezos de la comuna de Quillón, donde la pérdida de la producción es total en algunos casos debido a las lluvias de primavera, el fuerte viento y los cambios de temperatura.

Los fruticultores piden ayuda para enfrentar esta emergencia, ya que es una crisis de proporciones. Quillón es una comuna eminentemente cerecera y centenares de productores viven de lo que cosechan cada verano. Hoy les embarga la resignación, en plena temporada los árboles poco y nada ofrecen.

Las pérdidas en el Valle del Sol se calculan en un 70%. No obstante, éstas podrían llegar al 90%, luego de obtener el catastro completo de los más de 250 fruticultores de la zona. Cientos de hectáreas de plantaciones han visto mermada su producción, principalmente, por el mal tiempo en la región.

Están pidiendo un bono de subsistencia y un proyecto productivo que les ayude a superar la crisis. La seremi de
Agricultura realiza un monitoreo en terreno para medir las reales consecuencias de la presencia de patógenos en la flor del cerezo.

El titular del ramo, Rodrigo García, adelantó que eventualmente se otorgará facilidades de crédito y renegociaciones a los agricultores afectados.

El próximo miércoles, el seremi se reunirá con ellos cuando haya más claridad en el panorama que hoy los desconcierta.

En Queime, una de las zonas de mayor producción de cerezas de la comuna, hay fruticultores que no han visto un solo fruto en sus árboles y ya calculan pérdias millonarias.

Según la encargada técnica de Prodesal Quillón, Regina Merino, el daño es muy alto en algunos casos, sobre todo, para los agricultores que subsisten de la producción de este fruto.

Quillón es la principal productora de cerezas de la Región del Biobío, alcanzando un promedio anual que se acerca a las 3 mil toneladas. No obstante, los expertos creen que para esta temporada sólo llegarían a los 500.000 kilos cosechados.