El Gobierno chileno lleva a cabo actualmente una importante reforma educacional, consistente en 10 proyectos que buscan dar gratuidad a la educación en nuestro país, eliminar el lucro e incrementar la calidad.

Esto nació como respuesta a las fuertes protestas ciudadanas que se han desarrollado en los últimos años en Chile, encabezadas por estudiantes secundarios, universitarios y diferentes organizaciones sociales y de trabajadores.

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Además de que la gratuidad, democratización y otras medidas, uno de los principales puntos que estas manifestaciones han exigido es mejorar la calidad de la educación en todos los niveles, para que los colegios y universidades sean competitivos en relación a los establecimientos de otros países.

El problema radica en que no existe una “fórmula mágica” para garantizar que la educación mejore, sino que esto se logra con años de esfuerzo sostenido y con un cambio al sistema en general, desde la base.

Entonces, ¿cómo mejoramos la calidad de la educación?

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de la que Chile forma parte junto a otros 33 países, responde esta interrogante en el informe “Equidad y Calidad en Educación: Apoyando a Estudiantes y Escuelas Vulnerables”, publicado en 2012.

Si bien este documento es extenso, a continuación enumeramos algunas de las principales propuestas que entrega la OCDE para mejorar la educación. Si quieres leer el documento completo (en inglés), puede ingresar aquí.

-Eliminar la repetición de cursos: entre las medidas para evitar que los estudiantes abandonen la escuela, la OCDE plantea que se elimine el hacer repetir de curso a un joven. Ello porque consideran que esta medida no sirve para mejorar los resultados académicos de los jóvenes, y además significa un alto costo monetario para las familias y el Estado.

En vez de repetir de curso, estiman que se deben crear estrategias para superar los problemas de aprendizaje durante el año escolar, o limitar la repetición a las clases o módulos en que el estudiante falló.

-No seleccionar a estudiantes muy pequeños y no otorgar total control a padres para elegir el colegio: la organización indica que tiene un impacto negativo en los menores de edad el seleccionarlos para entrar a un establecimiento cuando son muy pequeños, porque aumenta la inequidad y no ayuda a incrementar el rendimiento promedio. Esta práctica debería aplicarse solamente a partir de la secundaria (enseñanza media).

Además, señalan que el darle total libertad a los padres para elegir el recinto en que estudiarán sus hijos, puede resultar en que se segregue a los estudiantes de acuerdo a habilidades, contexto socioeconómico y genera más desigualdad.

Por ello, acotan que “los programas para realizar la elección pueden ser diseñados y manejados para balancear la selección, a la vez que se limita el impacto negativo en la equidad. Hay diferentes opciones para esto: implementar esquemas de elección controlados que pueden combinar la preferencia de los padres y garantizar la distribución más diversa de los alumnos”.

-Ambiente escolar que entregue apoyo y sea adecuado para aprender: en las escuelas que obtienen bajos resultados académicos, se debería priorizar el desarrollo de una relación positiva entre el estudiante y los profesores, así como del niño con sus pares. Igualmente, se recomienda identificar a los alumnos que tienen más dificultades y a los factores que provocan sus trastornos de aprendizaje, para asesorarlos y apoyarlos.

Este tipo de colegios también podrían considerar medidas alternativas, como reorganizar las jornadas académicas, cambiando la duración de la semana escolar o del año,y creando salas de clases pequeñas con pocos alumnos, que estimulen la mayor interacción entre éstos y con los docentes.

-Vincular los colegios con los padres y la comunidad: de acuerdo a la entidad internacional, en los establecimientos en ambientes vulnerables los padres no suelen involucrarse tanto en la enseñanza de sus hijos, ya sea por motivos económicos o sociales.

Por ello, afirman que es vital que “las escuelas vulnerables prioricen la vinculación con los padres y la comunidad, y mejoren las estrategias comunicacionales para alinear los esfuerzos del colegio y de los apoderados. Las estrategias más efectivas determinan quiénes son los padres más difíciles de alcanzar, e identifican a individuos de la misma comunidad para que ayuden a los alumnos”.

-Atraer y mantener a los mejores profesores: los colegios más vulnerables no siempre pueden permitirse tener a los mejores docentes.

Para cambiar esto, proponen que “las políticas (educacionales) deben incrementar la calidad de los profesores para las escuelas y estudiantes más vulnerables, entregándoles formación especializada para garantizar que los docentes reciban las habilidades y el conocimiento que necesitan para trabajar en estas escuelas”.

Asimismo, sostienen que se deben crear incentivos académicos y económicos para atraer a los mejores profesores a los establecimientos vulnerables, y lograr que se queden allí.

-Garantizar la efectividad de las estrategias educacionales: según la OCDE, “a menudo hay bajas expectativas académicas para las escuelas y alumnos vulnerables, siendo que la evidencia demuestra que determinadas prácticas pedagógicas pueden marcar la diferencia”.

Para asegurar que el método educativo funcione, recomiendan promover una enseñanza personalizada, con prácticas curriculares y de evaluación alineadas, en que los docentes puedan monitorear el avance de cada niño, asegurarse de que están aprendiendo bien y de que adquieren los conocimientos.