Nadie duda de la obligación que tiene el Estado de tender una mano a los ciudadanos más necesitados. Por eso, la política de entregar bonos de dinero contante y sonante a los sectores más vulnerables es lógico, justo y necesario.

Pero los bonos pueden también entenderse como la expresión más clara de la política del “chorreo” propiciada por los Chicago Boys, que no se preocupaba por la concentración de la riqueza porque desde esos pocos iba a “chorrear” hacia el resto de la sociedad. El problema es que el chorreo no funcionó, porque mantuvo y hasta aumentó la brecha entre ricos y pobres.

Que un gobierno de izquierda aplique bonos, ¿es adherir a la política del chorreo? ¿Es reconocer el triunfo de los Chicago Boys? Podría ser que sí, a menos que se adopte sólo como una medida de emergencia mientras, a través de reformas estructurales, se avanza hacia una mayor justicia social. Esa es la promesa de la Nueva Mayoría. Lo importante es asumir que la concentración de la riqueza es un síntoma, pero también una causa de la injusticia.