Rusia no va “a permitir un derramamiento de sangre” en Ucrania, aseguró este miércoles su ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, precisando que Moscú no tiene “ninguna potestad” sobre “las fuerzas de autodefensa” movilizadas en Crimea, región ucraniana de población mayoritariamente rusa.

“No vamos a permitir un derramamiento de sangre, no vamos a permitir atentados contra la vida y la salud de aquellos que viven en Ucrania, y también de los ciudadanos rusos que viven en Ucrania”, afirmó Lavrov en rueda de prensa en Madrid tras reunirse con su homólogo español, José Manuel García-Margallo.

Preguntado sobre si Moscú negociaría una retirada de las fuerzas prorrusas en la península de Crimea, el canciller contestó: “Yo quisiera que se explique qué son las fuerzas prorrusas: si son las fuerzas de autodefensa creadas por los habitantes de Crimea, nosotros no tenemos ninguna potestad sobre ellos. No reciben nuestras órdenes”.

Por su parte, “los militares rusos de la flota del Mar Negro están en sus lugares de destino y se han tomado unas medidas de alerta especial y control de toda la flota del Mar Negro”, agregó.

Después de más de tres meses de crisis política en la exrepública soviética que condujeron a la destitución del presidente Viktor Yanukovich, la toma de control de la mayor parte de Crimea por fuerzas rusas provocó tensiones inéditas entre Moscú y los países occidentales desde la desaparición de la Unión Soviética.

El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, acusó a Rusia, el martes desde Kiev, de “estar trabajando duro para crear una excusa que le permita seguir invadiendo” Ucrania, al tiempo que, en Washington, el presidente Barack Obama ponía en duda la buena fe del presidente ruso, Vladimir Putin, asegurando que sus declaraciones “no engañan a nadie”.

Saliendo de su silencio, Putin había negado poco antes en una entrevista televisada la implicación de las tropas rusas en Crimea y denunció un “golpe de Estado” contra Yanukovich.

Después de Madrid, donde Lavrov se había reunido el martes con la jefa de la diplomacia europea Catherine Ashton, así como con el jefe del gobierno español Mariano Rajoy y con el rey Juan Carlos, el canciller ruso debía viajar a París donde tenía previsto un encuentro con Kerry.