Quienes quedaron enamorados de la voz de la soprano estadounidense Renée Fleming, tras su interpretación del himno de los Estados Unidos en el Super Bowl de New Jersey, han tenido una nueva oportunidad para verla y escucharla en el rol protagónico de la ópera “Rusalka”.

La música de esta ópera es del célebre compositor checo Antonín Dvorak (Sinfonía del Nuevo Mundo) y libreto en checo de Jaroslav Kvapil, que en directo y en alta definición, el Metropolitan Opera House (MET) trasmitió este sábado 8 a 64 países en todo el mundo y que en nuestra capital se ofreció en el Teatro Nescafé de las Artes.

Esta composición lírica en tres actos, cuenta la historia muy similar a la narrada por Hans Christian Andersen en “La Sirenita”, sobre una ninfa acuática que se enamora perdidamente de un príncipe, a tal punto que le pide a una bruja para que la convierta en humana para poder abrazarlo. El sacrificio de Rusalka es grande pues ella pierde su voz y la posibilidad de ser inmortal. El romance entre Rusalka y el príncipe se desvanece mucho antes de lo que la ninfa espera, pues, en el día de su boda, él se enamora de una princesa extranjera. Esa otra mujer no solo los separa, sino que les lanza una maldición que rompe el romance para siempre.

Junto a Renée Fleming, el elenco que interpreta esta tragedia amorosa cuenta con la participación del tenor polaco Piotr Beczala, como el Príncipe; el bajo barítono canadiense John Relyea, como el Señor de las Aguas, la soprano norteamericana Emily Magee, como la princesa extranjera y la mezzosoprano estadounidense Dolora Zajick, bajo la dirección del joven  conductor franco-canadiense, Yannick Nézet-Séguin.

En tres actos, la soprano Fleming brilla con luces propias, con su voz, su actuación y sus encantos físicos, en una caracterización de la cual es prácticamente su dueña absoluta, ya que ésta es la cuarta vez que encarna a la ninfa de las cinco que se han puesto en escena en el renombrado MET.

La versión 2014 de la obra de Dvorak, es un dechado de calidad y belleza, con hermosa música y notables interpretaciones. Aparte de la “Canción de la Luna”, del primer acto, Renée Fleming  emociona con su convincente actuación protagónica, seguida en méritos por el tenor Beczala, gran solista y con quien la norteamericana brinda unos dúos impresionantes.