Por Rodrigo Chacón

Nadie me lo contó, no lo vi en las noticias, no lo leí en el diario. Yo corrí la Maratón de Santiago. Cada kilómetro fue una experiencia distinta, a cada momento había algo que justificaba plenamente mi decisión de participar. Durante el trayecto sólo se vio alegría, arengas y las ganas que todos tenían de llegar a la meta.

Para muchos de los que corrimos en la última Maratón de Santiago, ésta no comenzó cuando se dio el vamos a la carrera, más bien la sensación partió mucho antes.

La noche anterior un corredor ya comienza a experimentar la ansiedad. Preparar toda la indumentaria, mentalizarse y por cierto cuidarse.

Cuesta conciliar el sueño. Fue lo que me pasó a mí, pero lo peor vino después cuando cerca de las 12 de la noche me acordé que no tenía música para acompañarme durante la corrida y partí a cargar el Ipod y, finalmente, me dormí pasada la una de la madrugada.

La mañana siguiente salté de mi cama a las 6:45 AM. Todo lo que no hago en la semana para levantarme a trabajar, lo hice ese domingo en la mañana… está claro que la motivación de correr hace milagros.

Salí de mi casa y en las calles ya se respiraba un aire distinto y conforme me iba acercando a la Alameda, el ambiente de fiesta se notaba.

Muchos runners llegaban en grupos riendo, saltando y arengando a los demás con un Chi-chi-chi, le- le-le, de esos que sólo se escuchan cuando vamos a alentar a La Roja. Esta vez, los protagonistas éramos todos los que nos decidimos a correr la mañana del domingo.

Ya estaba en la Alameda y a las 7:45 eran miles los que hacían el calentamiento previo y la elongación que se requiere antes de iniciar una corrida tan extensa. Los equipos de runners juntaban a sus integrantes y en círculos hacían los estiramientos. Corredores de distintos países se sacaban fotos con sus banderas para inmortalizar el momento que vivían. A todas luces una fiesta por donde se la mire.

La transmisión que realizó la radio Biobío se encargó de darle toda la emoción de la previa a esta maratón con notas, entrevistas y descripción del ambiente, algo que hacía crecer la adrenalina y las ganas de que todo comenzara ya.

Poco a poco se acercaba el momento y nos fuimos encajonando en la partida. Desde el cielo un helicóptero nos miraba y más acá una cámara a control remoto desde el aire también se encargaba de mostrarnos en el punto de partida.

La gente estaba feliz y ansiosa. Sólo 7 minutos nos separaban del disparo inicial. Un padre le dice a su hijo “Ya campeón, no arrugues ahora, recuerda lo que hablamos…ritmo lento y no compitas con quien vaya a tu lado”.

Está todo listo y dispuesto, la misma gente vocea la cuenta regresiva y a todos los que estamos allí, la carne se pone de gallina. A un costado las galerías llenas de gente elevan sus pancartas y la prensa toma posición. Los lentes de las cámaras apuntan todos hacia nosotros, somos los protagonistas de la noticia.

5, 4, 3, 2,1…. “Partió la Maratón de Santiago 2013”, dice el animador oficial y la gente grita, saluda y poco a poco nos vamos moviendo, somos más de 25 mil y por más que quisiéramos avanzar con rapidez, los mismos corredores lo impiden. Sabemos que los primeros metros son así y no queda más que avanzar y observar el entorno, saludar a las cámaras, poner play en el Ipod y disfrutar cada kilómetro que nos disponemos a correr…CONTINUARÁ.