Nombres de niños, un árbol de vida, pero ni una sola marca presente en la 4×4 de Alain Michoulier, piloto y portador de la operación “Mi Dakar del corazón”. Dando todo para llegar a Santiago, desea comunicar su voluntad a jóvenes enfermos de cáncer, para ayudarlos en su lucha por la vida.

Alain Michoulier evoluciona a contracorriente y practica el contrapié. Dice que su Dakar no es sólo un desafío, sino un mensaje. En todas las etapas de su proyecto se puede leer una forma de pensamiento que pone en cuestión las prácticas habituales.

“Sabiendo que no tengo un presupuesto que me permita ver a un preparador para poder elegir un auto, me dije que iba a reemplazar el dinero por mi energía personal. De ahí comencé a interesarme por la mecánica a los 58 años, y ahora logré restaurar totalmente un Toyota KDJ 95 que tiene más de diez años, como lo había hecho con un R20 que manejaban los hermanos Marreau en el Dakar 1982”, relató.

La complejidad técnica bastaría para que el challenge sea ambicioso, pero este corredor de Lyon que se presenta por primera vez en el Dakar, lo esencial está en otra parte ya que en su periplo hacia Santiago, asocia a los niños hospitalizados en habitaciones esterilizadas en el Instituto de Hematología y de Oncología Pediátrica de Lyon.

“Hago un paralelo entre el desafío deportivo al que me lanzo, y el que todos estos niños padecen cuando están confrontados con dificultades, con sufrimientos de todo tipo. La línea de llegada de ellos es la recuperación. Sé que de mi lado, con el auto que tengo, voy a sufrir ¡y llegar a la noche a cualquier hora! Pero no tengo derecho a abandonar”, explica Alain.

La coherencia y la probidad del proyecto se asemejan hasta en el financiamiento, montado según un principio ético tan estricto como desconcertante: “No quise sponsors, sino únicamente mecenas. No quiero que haya un gramo de business en este proyecto, ninguna empresa tendrá un autoadhesivo en mi coche. Todos los que donaron lo hicieron con el corazón. Y les puedo decir que la fibra generosa de la gente existe sin lugar a dudas”.