El presidente estadounidense, Barack Obama, y su rival republicano, Mitt Romney, queman sus últimos cartuchos en el último fin de semana previo a la decisión del electorado, a realizarse el martes, para definir quién será el ocupante de la Casa Blanca.

Los aspirantes batallan en el puñado de estados clave que serán determinantes: Obama buscando solidificar su línea de defensa con una economía que mejora lentamente, Romney con un mensaje integrador de última hora y criticando el balance político del demócrata.

“No representaré a un partido, representaré a una nación” aseguró el republicano a su llegada al aeropuerto de Portsmouth, en Newington, New Hampshire (noreste). Un estado demócrata, pero vecino al estado donde fue gobernador, Massachusetts.

En la recta final de la campaña, Romney celebra algunos de sus mitines en los aeropuertos de las localidades, para poder partir inmediatamente a otro destino.

“Ustedes saben que si el presidente es reelecto, no será capaz de trabajar con el Congreso, y van a sufrir cuatro años más de bloqueo. Y saben que el problema del techo de la deuda va a volver, con las amenazas de cierre del Estado federal”, añadió.

Obama tenía previsto abrir este sábado su campaña en Ohio, posiblemente el estado más decisivo, para luego dirigirse a los importantes campos de batalla de Wisconsin y Iowa, antes de llegar a Virginia, donde espera asegurarse la victoria.

Romney reunió el viernes, en un acto en West Chester, Ohio, ante 18.000 asistentes, según cálculos de la policía, a sus antiguos rivales en la primaria republicana Rick Santorum y Rick Perry, así como al veterano John McCain, que enfrentó a Obama en la elección de 2008.

“Ya casi llegamos a casa. Un último empujón y llegamos”, dijo Romney ante la multitud. “Estamos tan, pero tan cerca. La puerta hacia un futuro mejor está allí, abierta, esperándonos”.

Obama, por su parte, evadió el viernes una bomba de último minuto, al anunciarse que el desempleo en octubre subió 0,1 punto porcentual, a 7,9% (por debajo de la barrera psicológica del 8%) y la creación de 171.000 puestos de trabajo, mejor a lo esperado.

Sin ser espectaculares, estos indicadores fueron bien recibidos por el mercado y dieron pie a Obama para argumentar que la economía mejora.

Pero consciente de que millones de estadounidenses aún padecen el persistente impacto de la peor recesión desde 1930, Obama evitó un tono triunfalista. “Hemos hecho progresos reales”, dijo en Hilliard, Ohio.

Obama acusó a Romney de tergiversar los hechos, al citar un aviso publicitario de la campaña republicana que denuncia que el fabricante de automóviles Chrysler exportará trabajo estadounidnese a China produciendo allí sus vehículos Jeep.

“Sé que estamos cerca de una elección, pero esto no es un juego. Son los empleos de la gente. Son las vidas de la gente”, dijo Obama, puntualizando que los jefes de la compañía habían desmentido esa afirmación.

El presidente suele evocar su decisión de 2009 de salvar a la industria automotriz de la quiebra. Uno de cada ocho puestos de trabajo en Ohio están vinculados al sector, y la oposición de Romney a aquel rescate ha significado un lastre para el aspirante republicano.

La mayoría de los sondeos muestran una carrera muy estrecha a nivel nacional, pero con una mejor posición para Obama en los estados indecisos.

Un sondeo NBC/Wall Street Journal/Marist da a Obama 51% frente al 45% de Romney en Ohio, mientras que CNN les otorga 50%-47% respectivamente.

Un elemento que añade confusión son las contradicciones entre los sondeos nacionales y los estatales.

En Florida, por ejemplo, donde el voto hispano será decisivo, el sondeo de NBC/Wall Street Journal/Marist da ventaja a Obama, mientras que la encuesta del Miami Herald otorga 51% a Romney y 45% a Obama.

La elección presidencial en Estados Unidos es indirecta. Cada estado aporta un número de votos al colegio electoral, y los aspirantes necesitan al menos 270 votos dentro del colegio para acceder a la Casa Blanca.