Benedicto XVI se reunirá este miércoles con Fidel Castro y oficiará una misa en la Plaza de la Revolución de La Habana, en la que los disidentes esperan palabras directas sobre cambios en Cuba, 14 años después que la visita de Juan Pablo II mostrara la vía para una apertura.

“Gustosamente saludaré (…) a Su Excelencia el Papa Benedicto XVI, como lo hice con Juan Pablo II (en 1998), un hombre a quien el contacto con los niños y los ciudadanos humildes del pueblo suscitaban invariablemente sentimientos de afecto”, dijo Fidel Castro, de 85 años de edad.

“Decidí por ello solicitarle unos minutos de su muy ocupado tiempo cuando conocí por boca de nuestro canciller Bruno Rodríguez que a él le agradaría ese modesto y sencillo contacto”, añadió Castro, en una “reflexión” publicada el martes en la noche en el portal oficialista Cubadebate.

Se ignora a qué hora será el encuentro entre el padre de la revolución cubana, retirado del poder desde 2006 por razones de salud, y Benedicto XVI, quien culminará este miércoles su periplo de seis días por México y Cuba, el primero de su pontificado a naciones latinoamericanas de habla española.

Cientos de miles de fieles cubanos, así como comunistas ateos y adeptos a la santería, ritos afrocubanos que mezclan espiritualismo y catolicismo, escucharán o simplemente verán en la misa al Papa, de 84 años.

En 1998, en esa misma plaza y en presencia de Fidel Castro, Juan Pablo II celebró una misa histórica en la que pidió “que Cuba se abra al mundo para que el mundo se abra a Cuba”.

Hasta un millón de personas se pueden congregar este miércoles. A las 5 de la mañana local, una procesión organizada por la Iglesia Católica partió desde la Catedral hacia la plaza, a unos cinco kilómetros de distancia.

En su vuelo hacia México el viernes, el Papa instó a Cuba a dejar de lado el marxismo, que “no corresponde ya a la realidad”, y a buscar “nuevos modelos”.

Como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de 1981 a 2005, Joseph Ratzinger combatió a la “Teología de la liberación”, que proclamó “la opción preferencial por los pobres” y fue condenada por contaminación marxista. Algunos sacerdotes y muchos laicos apoyaron e incluso se integraron a las guerrillas apoyadas por La Habana en la segunda mitad del siglo pasado.

Benedicto XVI se reunió en privado el martes durante 40 minutos con Raúl Castro, unas horas después que un alto funcionario de la isla afirmara que “no va a haber una reforma política” en Cuba, un día después de que el Papa llamara a los cubanos a construir “una sociedad abierta y renovada”.

Pocas cosas se han filtrado de ese encuentro, salvo que el Papa pidió a Raúl Castro un mayor espacio para la Iglesia, con el fin de que pueda contribuir al bienestar moral y social de todos.

También sugirió que el Viernes Santo, día de la crucifixión de Cristo, sea feriado en la isla. Juan Pablo II obtuvo de Fidel Castro que el día de Navidad fuera declarado feriado.

Simultáneamente, el secretario de Estado (número dos) de la Santa Sede, cardenal Tarcisio Bertone, acompañado de su “ministro de relaciones exteriores”, monseñor Dominique Mamberti, sostuvo un encuentro con el primer vicepresidente cubano, José Ramón Machado Ventura.

“Los numerosos mensajes de carácter humanitario recibidos por el Vaticano y concernientes a personas en dificultades” figuraron entre los temas abordados en esta reunión de trabajo, reconoció el Vaticano.

La mañana del martes, el Papa había orado ante la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona nacional, en Santiago de Cuba (sureste de la isla), rogándole por “los cubanos privados de libertad”.

El tema de los presos políticos es muy sensible en la isla. El Vaticano no programó ninguna reunión con sus familiares, una gran decepción para los círculos opositores.

Ellos esperan que el Papa se exprese de manera mucho más firme en su favor durante la misa de este miércoles.

Benedicto XVI, de una manera muy diferente a Juan Pablo II, ha evocado los sufrimientos y aspiraciones de los cubanos, pero siempre en términos genéricos, cuidándose de no intervenir como hubiera podido hacer su predecesor.

“El Papa no es el dueño de las leyes y de las soluciones de un país, no puede intervenir de manera directa. La Iglesia en Cuba enfrenta la situación con mucho realismo y humildad, ella es pobre, no tiene poder y no viene a dar lecciones sobre lo que conviene hacer”, explicó el padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede.

El Vaticano subrayó que la visita del Papa tiene un sentido religioso.

Sin embargo, la visita ha suscitado numerosas reacciones en el régimen como en los opositores, que denunciaron al menos 150 arrestos para evitar protestas.

Uno de los vicepresidentes cubanos, Marino Murillo, afirmó el martes que “en Cuba no va a haber una reforma política”, sino una simple “actualización” que “haga nuestro socialismo sustentable”.

El Papa, que lucía fatigado el martes, se marchará de Cuba este miércoles hacia las 17.00 horas locales (19.00 horas de Chile).