El excomisario europeo Mario Monti obtuvo el martes confirmación del apoyo de los grandes partidos italianos a su futuro gobierno y proseguía consultas para elaborar un programa que sin duda incluirá “sacrificios”.

Tanto el Partido demócrata (PD), principal movimiento de izquierda italiana, como el PDL de Silvio Berlusconi confirmaron que apoyarán al gobierno, sin poner condiciones.

“Monti nos dijo que llegó a un acuerdo con las principales fuerzas políticas para obtener un apoyo parlamentario consistente, y que podrá presentar rápidamente su lista de ministros”, declaró el líder sindical Raffaele Bonanni tras entrevistarse con el futuro jefe de gobierno.

Según la prensa, Monti visitaría el martes por la noche al presidente Giorgio Napolitano para aceptar oficialmente la dirección del nuevo ejecutivo.

“Ofrecemos un total y convencido apoyo a un gobierno prestigioso y de tipo tecnocrático”, subrayó el jefe del PD, Pier Luigi Bersani.

Por su lado, el PDL dijo apoyar al nuevo ejecutivo “por el bien de Italia”. Su secretario general Angelino Alfano insistió que el programa de Monti se centre prioritariamente en las reformas exigidas por la Unión Europea.

Las dos grandes formaciones se resisten en cambio a enviar a sus representantes para participar en el gobierno, algo que Monti les pidió para disponer de una mayor base en el parlamento.

“Presentes o no” en el ejecutivo, lo importante es que los partidos políticos “aporten su apoyo, sin el cual ni siquiera me pondría a trabajar”, aseguró Monti el lunes por la noche.

Pero la calidad del apoyo tanto del PD como del PDL “es más bien frágil, y ello es un riesgo del que el profesor (Monti) es consciente”, según el diario La Repubblica.

Varios diarios aludieron al peligro de una “vietnamización” del parlamento donde el nuevo gobierno podría hallarse carente de base e incapaz de hacer adoptar las reformas económicas necesarias, en particular las más impopulares.

Para el diario de referencia, Corriere della Sera, la única fuerza del gobierno Monti es que representa a “un amplio movimiento de opinión pública que, por primera vez, agrupa a quienes jamás votaron por Berlusconi, y a numerosos de sus partidarios que ahora piden que otra persona nos saque de la crisis, ya que su líder fue incapaz de hacerlo”.

Consciente de esta situación, Monti dijo querer reforzar su ‘base popular’ al añadir a las consultas políticas tradicionales entrevistas con sindicatos, patronal, jóvenes y mujeres.

Pero Monti ya advirtió que los italianos deberán asumir “sacrificios”.

Entre otras cosas, deberá ocuparse de temas tan sensibles política y socialmente como las jubilaciones según el tiempo trabajado (tras 40 años) o de la flexibilidad del mercado de trabajo.

Respecto a la hipótesis de nuevas medidas de rigor, tras dos planes de austeridad desde julio por un valor de 60.000 millones de euros, Monti dijo que “aún es prematuro responder ahora”.

Sin embargo, La Repubblica cifró en 29.000 millones de euros el importe de los ahorros suplementarios necesarios en 2012 y 2013 para respetar los compromisos ante la UE.

La tregua que los mercados otorgaron a Italia tras la designación de Monti fue breve. El martes, la bolsa de Milán cayó 1,08% y la deuda italiana a 10 años volvía a superar el peligroso umbral del 7%.

En efecto, Italia sigue inquietando a los mercados, debido a su colosal deuda de 1,9 billones de euros, equivalentes al 120% del PIB.