El presidente Ollanta Humala, un nacionalista de izquierda, cumple cien días de un gobierno sobrio y con una popularidad por encima del 60%, acechado por una derecha desplazada del poder y recelosa de un vuelco en la economía que aleje a Perú del alto crecimiento de los últimos años.

Humala, el primer mandatario de orientación izquierdista que llega al poder en más de 30 años, ha dado muestras en los primeros cien días de su mandato de cinco años de que mantendrá una política de estabilidad económica, dando seguridades a los inversionistas, dijeron analistas consultados por la AFP.

“Humala está actuando de una manera mucho mejor de la que sus críticos más duros habían pensado y eso se expresa en los niveles de aprobación a su gobierno”, opinó el politólogo Aldo Panfichi, de la Universidad Católica.

Las más recientes encuestas coinciden en que el mandatario tiene una aprobación que fluctúa entre 60 y 62%, en contraste con Alan García, que dejó el gobierno con un 30%, a pesar de que el año pasado el país tuvo un crecimiento de 8,8% y tiene una proyección para este año de 6% en promedio.

“Lo principal es haber dado estabilidad económica; eso es un punto clave y por ahora se ha reducido alguna inclinación hacia el populismo y el estatismo”, apuntó, por su parte, el analista Luis Benavente, de la Universidad de Lima.

Para Eduardo Toche, sociólogo del Centro de Promoción de Desarrollo, Humala -un ex militar de 49 años- está “aprovechando bien su primavera, sin salirse de los marcos del modelo económico aplicado en los últimos años, lo que complica a la derecha que esperaba un Humala populista al estilo de Hugo Chávez en Venezuela”.

Hay un sector de la oposición, que se expresa en una parte de la prensa, que “reacciona negativamente, viendo fantasmas donde no hay, lo que demuestra que tiene una sensación de pérdida de poder”, estimó Giovana Peñaflor, presidenta de la Consultora Imasen.

Por ello, añadió, la oposición “trata de dividir entre el sector moderado y los que se perciben como radicales en el gobierno”, aludiendo a la presencia de liberales y otros que provienen de la izquierda.

Según Panfichi, un sector minoritario y ultraconservador acecha con campañas orientadas a buscar la renuncia de figuras claves del gobierno.

“Este sector minoritario, pero bastante activo, aún no supera el trauma de la derrota electoral y desarrolla una campaña de demolición, pese a que hay un rosario de fantasmas que se han disipado en los cien días como el supuesto camino chavista, el abandono del modelo económico, o el cambio de la Constitución”, precisó.

Un matiz distinto planteó el analista Benavente, quien estimó que los sectores conservadores están en una “situación de espera vigilante y estratégica” porque consideran que el gobierno puede cambiar su línea en cualquier momento.

“Por el momento, los sectores económicos no tienen motivo de preocupación en la medida que Humala sepa manejar este equilibrio y mientras a esos sectores se les permita hacer sus negocios”, señaló.

De hecho la primera preocupación empresarial fue el discurso de Humala en la reciente Cumbre Iberoamericana de Paraguay, donde criticó al modelo de mercado y a las grandes corporaciones, al tiempo que defendió el fortalecimiento del Estado.

Ese discurso generó una pequeña alarma en el sector económico, según varios analistas.

En un barco que avanza en un mar en calma, los analistas coinciden en que la principal dificultad que afronta Humala es la fragilidad de su representación parlamentaria, con cuestionamientos a varios de sus integrantes.

Ante ello cualquier desliz puede ser funesto, anotó Toche, aludiendo al caso del vicepresidente Omar Chehade, acusado de presunto tráfico de influencias.

Este caso se ha convertido en la principal prueba de fuego para Humala, a quien opositores y figuras cercanas al gobierno reclaman una solución política que podría pasar por el alejamiento de Chehade de su cargo a fin de no afectar uno de los principles objetivos de su gobierno, que es la lucha contra la corrupción.