El caso de un avión argentino requisado en España con 944 kilos de cocaína embarcados al parecer en una base aérea bonaerense, cuyo jefe militar fue relevado, generó este martes dudas sobre el nivel de control del tráfico de drogas en el país sudamericano.

El gobierno de Cristina Kirchner admitió que la droga pudo haber sido embarcada en un jet privado en Argentina, antes de realizar una escala en Cabo Verde y seguir viaje a Barcelona, donde las autoridades hallaron el cargamento y detuvieron a sus tres ocupantes, hijos de ex altos jefes de la Fuerza Aérea.

Todavía “no hay seguridad, si bien los últimos datos hacen pensar cada vez más que la droga pudo haber sido cargada en la Argentina”, admitió el lunes la ministra de Seguridad, Nilda Garré, quien además reconoció que “hay controles que se han relajado un poco”.

Luego de las declaraciones de Garré, el gobierno desplazó al comodoro Jorge Ayerdi, jefe militar de la base aérea de la ciudad de Morón (periferia oeste), desde donde al parecer fue embarcada la droga en el lujoso jet privado Challenger 604 que luego fue requisado en Barcelona.

“En Argentina hay mucha actividad de tráfico de drogas, pero en general los casos grandes se producen vía marítima. Lo extraño es la cantidad (casi una tonelada) que se transportó vía aérea. No recuerdo casos de esta envergadura”, dijo a la AFP Alejandro Corda, investigador de la estatal Universidad de Buenos Aires sobre temas de drogas.

Corda dijo que en el escándalo por el que el 2 de enero fueron detenidos en Barcelona dos hijos del ex jefe de la Fuerza Aérea, José Juliá, y el hijo de Eduardo Miret, funcionario de esa fuerza durante la dictadura (1976-83), “uno no termina de saber si hay una falta de control o complicidad en alguna de las instancias de control”.

Sostuvo que el caso bautizado como ‘narco-jet’ confirma “el nivel de tráfico de drogas que pasa por Argentina”, al tiempo que consideró que el país sudamericano “tiene fronteras muy permeables” y por ello “un tema clave a resolver son las pistas clandestinas”.

Se estima que en Argentina, sobre todo en la región norte fronteriza con Bolivia y Paraguay, existen unas 1.500 pistas clandestinas donde se descarga la droga destinada al consumo interno o como punto de tránsito hacia otros destinos, ante el deficiente sistema de radares para controlar el espacio aéreo.

En diciembre pasado, se detuvo a un edil de la norteña provincia de Formosa, fronteriza con Paraguay, en cuya propiedad rural fueron incautados unos 700 kilos de cocaína, y donde se halló una pista clandestina de aterrizaje.

Además de la elevada actividad que registra como territorio de tránsito de drogas, Argentina se ha transformado en el mayor consumidor de cocaína de América Latina, con un índice que alcanza al 2,6% de la población de entre 15 y 64 años, según un estudio sobre drogas de la ONU de 2010, citado por la prensa local.