Así lo califica el Concejal de Los Andes, Alejandro Tapia, frente a la eventualidad de cerrar uno o más establecimientos de área educacional municipalizada por factores económicos y de baja matrícula.

La discusión de un inminente cierre de al menos un establecimiento a corto plazo, divide a la comunidad educacional con las autoridades locales.

En un comunicado público enviado por el edil, éste asegura que “un fantasma recorre, en los últimos meses, los pasillos de los liceos andinos. El eventual cierre de un establecimiento aún no sindicado con claridad, ha sembrado incertidumbre e inquietud entre profesores, apoderados y alumnos. Todos ellos esperan que tamaña maldición no les alcance y que su revoloteo no sea otra cosa que un mal sueño o tal vez un mal entendido”.

Agregando que nadie sabe bien como esa amenaza cobró forma, más de algún interés político y particular hay en ello.

“Sin embargo, en el fondo del problema yace una realidad brutal. El sistema educacional municipal presenta un déficit anual enorme de 350 millones en una aproximación muy conservadora. Este descalabro se ha ido incrementando a partir del 2000. Desde entonces mientras las matrículas disminuyen anualmente los costos han crecido año tras año. Desde el punto de vista de la administración el sistema de educación ha sido arrastrado a la bancarrota” afirma.

Asimismo, asegura que “algunos cronistas del problema aducen que se ha perdido a razón de un liceo por año, sí de número de matrículas se habla. Es bien sabido que el año 2000 las finanzas del sistema estaban equilibradas, no más de 400 profesores para 12.000 alumnos. Ocho años más tarde la mitad de esos alumnos ‘financian’ el doble de aquellos docentes. A la luz de estas comparaciones la grave situación deficitaria se hace evidente. Lo más preocupante es que por años se ha usado el DAEM como caja pagadora de favores y gastos municipales no relacionados con los colegios”.

“He traído la historia del problema para reforzar la idea de que cerrar colegios no sería otra cosa que la validación y amnistía para una década de administración voluntarista y negligente. También para señalar que es responsabilidad de esta administración resolver el problema evitando las soluciones facilistas y asignándoles a cada uno su cuota de responsabilidad y costo. En esta hora, hecho de menos los resultados de una auditoría que no se hizo y que podría probar que estas decisiones ya estaban predestinadas desde entonces” continúa.

El concejal manifiesta que “las responsabilidades en la mala administración son atribuibles siempre al administrador. Sin embargo, en la pérdida de alumnos hay responsabilidades gremiales. La comunidad no valora como antes nuestros establecimientos producto de las debilidades que la enseñanza en ellos manifiesta. Por eso que resulta jocoso escuchar a dirigentes como Jaime Gajardo recordar las obligaciones del Estado y las autoridades para con la educación sin rozar siquiera lo esencial y es que los usuarios de la educación tienen la opción de elegir donde matriculan a sus hijos y nadie puede obligar a los andinos a preferir tales o cuales establecimientos”.

“Me opongo a la idea de cerrar un liceo para sanear financieramente un sistema en crisis, porque equivale a amputarle un miembro a un cuerpo que tiene todas sus extremidades comprometidas. Finalmente, me revelo a la idea de sumergir a las personas en la inseguridad a partir de nuestras propias indecisiones y cuando digo esto quiero decir del concejo municipal en pleno, pues en todo esto solo he percibido siempre nítida la posición de un solo concejal” agrega.

Finalmente propone que “el saneamiento del sistema de educación se haga con racionalidad, a partir de criterios objetivos de urgencia y pertinencia. En primer lugar descargando de la “mochila” de la educación pública, todas aquellas funciones repetidas o de escasa eficiencia comprobada. También todas aquellas que el municipio debe asumir de su propio presupuesto. Sin embargo aún si estas medidas tienen un éxito temporal, la verdadera estabilidad se logrará si se asume que los profesores y los alumnos son los más interesados en la preservación de los colegios los unos para trabajar en mejores condiciones y los otros para recibir crecientemente una educación de calidad”.