Tres personas murieron el miércoles en violentos incidentes en Grecia durante una nueva huelga general contra el plan de austeridad impuesto a cambio de una multimillonaria ayuda para evitar la quiebra del país.

Mientras tanto, las plazas bursátiles europeas y el euro volvían a caer ante el temor de un contagio en la Eurozona. La bolsa de Atenas cedió 3,91%, tras haberse hundido 6,68% el martes.

La huelga general convocada por los sindicatos en Grecia cobró ribetes trágicos con la muerte de tres personas en un banco del centro de Atenas incendiado por cócteles Molotov lanzados por jóvenes con el rostro cubierto por pasamontañas, al margen de una manifestación contra el plan de austeridad.

Unas veinte personas se encontraban en el banco cuando se inició el incendio. Dos mujeres y un hombre fallecieron en medio de las llamas, señaló a la AFP la policía griega.

Tras los incidentes, el presidente griego, Carolos Papoulias, advirtió que su país se encontraba “al borde del abismo”. “Todos tenemos la responsabilidad de no dar ese paso de más que nos haría caer en el vacío”, añadió.

El primer ministro Giorgos Papandreou condenó ante el parlamento el “brutal acto mortífero” que costó la vida a tres personas. “Aquí tenemos a lo que conduce la violencia sin límite”, dijo, defendiendo una vez más las “decisiones difíciles y responsables” adoptadas “para salvar al país”.

Los ataques contra comercios, bancos y edificios de la administración pública provocaron violentos enfrentamientos entre grupos de jóvenes y la policía, que respondió con gases lacrimógenos.

La nueva huelga convocada el miércoles tuvo como eje una manifestación en Atenas que se convirtió en “la más grande” organizada en Grecia, según un comunicado de la Confederación General de Trabajadores del país (GSEE), principal sindicato del sector privado.

Según la policía, 25.000 personas se movilizaron en Atenas y 14.000 en Tesalónica (norte).

Atenas y el resto del país se vieron afectados por la falta de vuelos, trenes y barcos, mientras la escuelas y la administración pública estuvieron cerrados y los hospitales funcionaron con un servicio mínimo.

En cambio, los comercios estuvieron abiertos en Atenas y Tesalónica, a pesar del llamado de las cámaras de comercios a sus miembros para que se sumasen a la huelga.

El gobierno socialista griego, que ya no podía refinanciar en los mercados la colosal deuda del país, tuvo que imponer medidas de austeridad draconianas que afectan de lleno a la población –bajas de salarios y alzas de precios–, a cambio de un plan de ayuda de 110.000 millones de euros en tres años por parte de sus socios de la Eurozona (80.000 millones) y el FMI (30.000 millones).

Pero la crisis griega, que ha sacudido a toda la zona euro y ha mostrado los límites de la solidaridad interna en la Unión, amenaza ahora con extenderse.

La nueva víctima de los mercados parece ser España, cuya bolsa se hundió el martes y volvió a caer el miércoles en medio de rumores de un pedido de ayuda al Fondo Monetario Internacional, desmentidos tanto por el presidente de gobierno socialista José Luis Rodríguez Zapatero como por el FMI.

Las bolsas de Fráncfort, París y Londres cerraron en baja aunque con pérdidas limitadas.

En cuanto al euro, seguía bajo intensa presión y alcanzó su nivel más bajo frente al dólar desde marzo de 2009, por debajo del umbral de 1,29 USD.

Frente a este tornado financiero, la canciller alemana Angela Merkel advirtió que “el futuro de Europa y el futuro de Alemania en Europa” se encuentran en juego y aseguró que su país, primera potencia económica del Viejo Continente, aportará la parte más grande de la ayuda a Grecia.

Juzgada en ciertas ocasiones como responsable de la agravación de la situación griega a raíz de las tergiversaciones alemanas para aceptar un plan de rescate europeo, Merkel exhortó a los diputados alemanes a aprobar esa ayuda, afirmando que no hay “alternativa” para proteger al euro.

Desde Buenos Aires, la presidenta argentina, Cristina Kirchner, comparó la crisis económica griega con la debacle de su país en 2001 y culpó a los organismos de crédito internacionales que “no entienden lo que pasa en el mundo”.