Las fuerzas internacionales en Afganistán sufrieron las primeras bajas del año con la muerte el domingo de 5 soldados, 4 estadounidenses y un británico, víctimas de dos ataques con bomba en los bastiones talibanes meridionales de Kandahar y Helmand.

En Kandahar, “cuatro soldados estadounidenses de la Fuerza de asistencia y de seguridad en Afganistán (ISAF) murieron al estallar un artefacto explosivo artesanal”, anunció el lunes un portavoz de la ISAF.

El ataque, que se produjo en el distrito de Panjwayi, fue reivindicado por un portavoz de los rebeldes taliban, Yusuf Ahmadi, dando precisiones sobre el modo de operación y el lugar similares a las entregadas por la policía, pero afirmando que eran cinco los soldados extranjeros muertos.

También el domingo, un soldado británico murió igualmente por una explosión, en la provincia vecina de Helmand, anunció el lunes en Londres el ministro británico de la Defensa.

Se trata de las primeras pérdidas anunciadas en 2010 en el seno de unos 113.000 efectivos de las fuerzas internacionales, de los cuales dos tercios son estadounidenses, desplegados en Afganistán.

Estas tropas, que comienzan a recibir los refuerzos prometidos por el presidente Barack Obama, ya habían terminado el año 2009 en un baño de sangre.

El 30 de diciembre, siete agentes de la CIA fueron muertos en un atentado suicida cometido en el interior mismo de una base estadounidense en la provincia de Khost (este), cerca de la frontera con Pakistán. Un octavo hombre, un agente secreto jordano trabajando para la CIA, murió en el atentado, escribió el lunes el Washington Post.

Un día antes, cuatro soldados y una periodista canadienses murieron en la explosión de una bomba al paso de su vehículo blindado en Kandahar.

Otro contratiempo para las fuerzas occidentales fue la acusación del presidente afgano Hamid Karzai de haber provocado la muerte de diez civiles, entre ellos ocho menores, en una operación en la provincia de Kunar (este).

Karzai y su gobierno exigieron, vía el Consejo nacional de seguridad (NSC), que los responsables sean “entregados” a las autoridades afganas.

En 2009, las fuerzas internacionales alcanzaron un record de bajas desde su llegada a fines de 2001, con 519 muertos (sin contar los siete agentes de la CIA), contra 295 en 2008, un año que ya había sido muy sangriento, según un recuento de la AFP establecido a partir del portal internet especializado icasualties.org.

El número de soldados muertos en 2009 fue el doble en el ejército estadounidense, llegando a 311 (sin contar los 7 agentes de la CIA), contra 155 en 2008.

Las bombas caseras instaladas al borde de los caminos y que estallan al paso de los vehículos de las tropas extranjeras fueron responsables del 60% de las bajas registradas en 2009.

El número de soldados estadounidenses de la ISAF debe aumentar de 113.000 a 150.000 en 2010 para combatir la insurrección de los talibanes.

Pero con el aumento del número de soldados extranjeros, las pérdidas occidentales podrían elevarse aún más, según numerosos expertos.

El jefe del estado mayor conjunto de Estados Unidos, el almirante Michael Mullen, de visita en Afganistán el 14 de diciembre, había advertido que había que considerar el regreso a Estados UNidos de un creciente número de féretros.