Cambiar tu firma puede impactar positivamente en tu vida diaria. La rúbrica es la representación gráfica de cada persona, por lo tanto, si firmas diferente, tu actitud hacia los problemas también será distinta.

Nadie tiene la misma firma que tú. Ni dos gemelos criados juntos comparten la rúbrica. Este simple hecho comprueba que la firma es algo muy íntimo de cada persona.

“La firma tiene un arraigo más agudo en el cerebro que la misma escritura, ya que la firma es la representación gráfica de uno mismo, por lo que la identificación es muy profunda”, explica Paula Cerda, docente del taller de Grafología de la Universidad del Pacífico.

Esta fuerte conexión entre el acto de firmar y las redes neuronales es lo que estudia la neurociencia, que postula que a través del estudio de la escritura y las firmas se puede llegar a conocer aspectos de una persona, sobre cómo piensa, cómo se forma su conducta y los hábitos que tiene. Por ello, si tu firma parece un torbellino, tu mente reaccionará en caos ante una situación tensa.

Por lo tanto, si deseas cambiar la forma en que te paras en el mundo y enfrentas distintas situaciones, es vital que analices tu firma y cambies algunos aspectos, si fuera necesario. Esto es el neurocoaching, modalidad que asegura que al modificar la firma, se puede ir transformando lo conductual.

“En la medida en que yo intervengo en el ámbito neuronal, mis decisiones de vida van a cambiar. Cuando yo le digo al cerebro: deja esto, deja la maraña, ese laberinto, y cámbialo a una firma diáfana, el sujeto paulatinamente va a ir acercándose a una claridad cognitiva a todo evento. Este cambio de switch se hace a través del cerebro, con el cambio en elementos de la firma”, indica Cerda, Profesora de Neuroescritura y Perito Calígrafo y Grafológico.

Si quieres cambiar tu forma de situarte en el mundo, resaltar virtudes y disminuir debilidades, una alternativa es analizar qué dice de ti tu firma, para luego cambiar los aspectos negativos.

“Cambiar algunos elementos de la firma nos permite desarrollar competencias para ser más funcionales y eficientes en nuestra vida. ¿Qué competencias uno reeduca con la firma? Autorregulación, autodisciplina, perseverancia y voluntad. Esas cuatro actitudes de vida son esenciales. El neurocoaching no habla de éxitos, sino de que el sujeto aborde su vida con estas cuatro actitudes”, asegura la grafóloga.

Por ello, Paula Cerda entrega seis tips para identificar una buena firma, según el análisis grafológico y la neurociencia:

1. Debe ser clara: Hay tres tipos de firmas, la firma pura (totalmente legible), la firma con inclusión rúbrica (contiene escritura legible y agrega adornos u objetos adicionales) y la rúbrica pura (un trazado ilegible). Se recomienda tener una firma pura, es decir, diáfana. Esto demuestra que la persona se muestra al mundo con transparencia, con simpleza, sin temor a la exposición. Es decir, accede al mundo sin blindajes. Una persona con firma diáfana, al entrar a una situación con personas que no conoce, interactúa de inmediato, sin miedo ni resguardos, mostrándose tal cual es.

Por el contrario, una persona que tiene un rúbrica pura, con puros trazados juntos, enmarañados, es alguien que siempre elige lo complejo, que cae en un caos ante una situación de tensión. Demuestra un conflicto con la autorregulación, actuando de manera confusa, errática e impredecible en situaciones complejas.

2. Prefiere letra manuscrita: Si una persona escribe con tipografía IMPRENTA o script y en su firma utiliza el mismo tipo de escritura, esto está dando cuenta de que no hay una impronta personal en la rúbrica. Este comportamiento implica que la persona no fluye, no se desborda nunca, ya que regula mucho la imagen que muestra a los demás, tratando de ocultar sus defectos. Son personas que no son transparentes, ya que la firma es el momento en que me muestro a mí mismo al mundo.

3. Equilibra entre curvas, ángulos y rectas: Una buena firma deber tener un equilibrio entre las curvas, que representan flexibilidad y adaptación, las rectas, que representan los procesos cognitivos y la simpleza al actuar, y los ángulos, que representan firmeza, lo que puede caer en intransigencia o tensión. El que la firma tenga sólo curvas y nada de ángulos no es positivo, ya que en ese caso la persona se deja llevar sólo por las emociones (curvas) y no toma en cuenta lo racional (ángulos).

4. Evita los encerramientos: En la firma evita todo lo que deje algo adentro, como los huevitos, las cúpulas, las cajas, los globos, etc. Las personas que tienen este tipo de encerramientos sienten que el mundo es hostil y por eso deben protegerse. Por ello, la capacidad de fluir de manera espontánea se limita. Esto ocurre cuando la persona en alguna situación o etapa de su vida se sintió invadida o pasada a llevar, y decidió evitar la exposición con el medio de manera inmediata.

5. Nada de tachaduras: Una tachadura es una línea que pasa por encima del cuerpo de la firma, en la zona media, que es la que representa el ‘yo’ freudiano. Es una conducta propia de los adolescentes, ya que puede ser reflejo de autosabotaje, victimización, falta de autoestima, complejo de inferioridad e inseguridad.

6. Sin repasos o retoques: Algunas personas al terminar su firma agregan algunas líneas y otros elementos para remarcar lo ya escrito. Es el caso de las líneas debajo del nombre escrito. Esta decisión exhibe inseguridad de parte del sujeto, falta de espontaneidad y presencia de pensamientos repetitivos u obsesiones.

Si decidiste cambiar tu firma, se debe partir con una reeducación, es decir, una programación neuroescritural que consiste en 120 días de ejercicios para que internalices la nueva rúbrica. Estos ejercicios se realizan con pluma, lápices de colores o lápiz de mina, con el objetivo de remarcar cada una de las tareas.