Con una tragedia contemporánea más intimista, resultado del trabajo en su centro de investigación, retornó la compañía porteña Teatro La Peste (“Secreto de Camarín”, “Mediagua”), que cumple 15 años de vida.

Esta vez, el director Danilo Llanos se inspiró en “Psicosis 4:48” (1998), el unipersonal y última creación de la dramaturga inglesa Sarah Kane (1971-1999), fallecida a los 28 años de edad.

Considerada como destacada exponente de la corriente escénica “in yer face” (“en tu cara”), escribió un teatro antisistemático, agresivo, provocador y violento.

Así, el grupo porteño tuvo como referencia la situación límite que describe esta pieza autobiográfica de la dramaturga, cuyas facultades están alteradas, que fijó el instante preciso del suicidio que cometió, y que se desplaza por un desgarramiento vital y la más absoluta desesperanza del ser humano por la vida.

Con ese delicado material, Llanos aporta una mirada desde la realidad chilena, en un ambiente escenográfico sintético en extremo: un rectángulo frío e impersonal, un par de personas y de sillas en su interior, y un piso de pedazos de botellas de vidrio que anunciaban riesgos y peligros.

Conciencia y desvarío

En ese estrecho territorio físico se mueven un hombre y una mujer. Tal vez sea un encuentro casual callejero, el diálogo trizado de una pareja, en la caseta habitacional o el interrogatorio indiferente en una pobre oficina siquiátrica.

Ella está en pleno desvarío, arrastrando una depresión gigante, casi siempre con el rostro semi oculto. Pese a todo, manifiesta una extraña conciencia sobre su realidad, entre dura, onírica y siquiátrica; el hombre se muestra en actitud dominante, entre lo amistoso, interesado y feroz enemigo, siempre crispado en lo emocional y sexual.

De alguna manera, esta propuesta de Llanos reemplaza la reciedumbre social, material y concreta de los principales montajes del Teatro La Peste, entregados en creciente alto nivel, por un perfil más intimista y onírico, una opción que se advierte en desarrollo.

El manejo físico actoral, las alusiones a la marginalidad y al uso agresivo del habla chilena -que aproximan la obra al espectador, aunque oscurecen la descarnada reciedumbre poética del original, como vínculo con el entorno-, son exigencias todavía no resueltas en escena.

Este trámite de intimismo extremo muestra la dependencia alternada de los protagonistas y el juego de poder entre ellos, más allá del género, planteado como reflejo de una sociedad en crisis y recurso para enfrentar el abandono y la soledad.

Una ecuación compleja que requiere del texto, su estructura y las actuaciones, más experiencia y convicción interpretativa para que el diálogo verbal y corporal fracturados conformen una vigorosa realidad.

Teatro del Puente. Parque Forestal s/n. Viernes, sábado y domingo, 20.00 horas. $ 6.000 entrada general; $ 3.000 estudiantes y $ 4.000 tercera edad. Hasta el 24 de marzo.