DIBAM, Participación Ciudadana y un Estado garante son algunos de los temas centrales en una discusión compleja para la que no hay tiempo. De hecho hoy se cierra la “participación on line”, vía internet.

En pocos días debiera estar la propuesta del Gobierno para el Ministerio de la Cultura. Hasta el momento hay algunos consensos, pero también muchas divergencias. Aquí abordamos algunas de las más importantes.

Hay casi unanimidad sobre la necesidad de un Ministerio de Cultura, capaz de realizar políticas de Estado, entendiendo al mismo tiempo que la Cultura, las Artes y el Patrimonio son temas muy amplios, diversos y complejos, por lo que nunca se podrá abracar todo, siempre será insuficiente. También hay consenso sobre la conveniencia de aprovechar lo que ya existe en el Estado, incorporando equipos, conocimientos y experiencia en esta nueva institución (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes –CNCA-; Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos –DIBAM- y el Consejo de Monumentos Nacionales –CMN- que, aunque depende actualmente de la DIBAM, debiera adquirir mayor protagonismo).

También hay bastante consenso sobre la necesidad de fortalecer la estructura institucional en regiones –junto a las capacidades de decisión local- y la participación ciudadana.

Pero luego surgen las diferencias, empezando por el nombre: Ministerio de Cultura, Ministerio de Cultura y Patrimonio o Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio? Para algunos es un tema secundario (finalmente se abreviará en Ministerio de Cultura), otros creen que en Cultura no entra el Patrimonio Natural (tema también discutible), y si entra Patrimonio muchas personas vinculadas a las Artes, no quieren quedarse atrás. También están quienes plantean que se llame Ministerio de las Culturas, propiciando un ente más democrático y diverso.

Una o dos subsecretarías

Otro punto es si el Ministerio debiera tener una o dos subsecretarías. El tema radica en el temor de algunos en el sentido que las Artes –más dinámicas, con mayor impacto y más “visibles”, más mediáticas, en particular para efectos de popularidad y electorales- se “coman” en la práctica al Patrimonio. Entonces, una Subsecretaría de Patrimonio salvaguardaría la importancia del tema. Los problemas de esta postura es que generan más burocracia (muchos ministerios que manejan mucho más recursos y personal tienen una subsecretaría) y el gran peligro es tener un ministerio bicéfalo, bipolar, con dos políticas que dialogarían poco dejando en el Ministro (o Ministra) la responsabilidad de juntarlas, hacerlas complementarias, lo que es recargar más su ya pesada labor.

En lo personal, creo que debiera ser una subsecretaría ya que es responsabilidad interna generar los equilibrios entre las distintas áreas, temas e intereses en juego, así como las coordinaciones y trabajo conjunto; no es bueno generar más cargos directivos cuando se necesitan muchos funcionarios que permitan implementar las políticas y las acciones.

¿Qué hacer con la DIBAM?

Hay consenso que en el Ministerio de Cultura deben estar el CNCA y la DIBAM, que tiene que haber un área de Creación y otra de Patrimonio. Pero la DIBAM es mucho más que Patrimonio. Baste ver que la Biblioteca de Santiago es un Centro Cultural, que tiene exposiciones de Artes Visuales, Teatro y Música, entre otras muchas actividades. La Biblioteca de Santiago, como muchas otras, es hoy en día y se concibió como un centro cultural, y eso radica en gran medida su éxito.

Dejar a la actual DIBAM en el área Patrimonio reduciéndola a ese solo ámbito sería un error grueso, un daño grave a las instituciones que e la actualidad agrupa.

Muchos museos –en especial en el exterior- se han transformado en centros culturales como una forma de dinamizarlos, de atraer mayor público y hacerlos viables. Hacen eventos, exhiben documentales, cine, dan obras de teatro, incorporan arte contemporáneo. Son centros culturales.

¿Qué pasaría si el Museo Nacional de Bellas Artes sólo expusiera “Patrimonio”? ¿Por qué el MNBA exhibe tanto arte contemporáneo, actual? Porque necesita atraer gente, porque estamos en una sociedad que requiere diversidad de estímulos, para diversos públicos. El Museo ha “traicionado” su espíritu original para adaptarse a los tiempos, que requieren centros culturales más que museos decimonónicos, que es la visión de los museos y bibliotecas como Patrimonio.

Creo que lo mejor es mantener de DIBAM como está, ya que funciona bastante bien, como una tercera área del Ministerio. Incluso me parece que bajo esa Dirección que administraría las bibliotecas, los archivos y museos se podrían agregar los centros culturales que dependen del Gobierno (así como la nueva infraestructura cultural que se vaya construyendo), agrupando así la infraestructura cultural bajo una dirección pero sin etiquetarla de Patrimonio o de Creación. Sería un ente que, en la práctica, reuniría estas dos áreas del Ministerio de Cultura, aportando una mirada integradora y pragmática.

Corporaciones

Uno de los principales problemas del Estado y de los gobiernos es la burocracia, los procesos burocráticos. Lo anterior significa al menos dos grandes dificultades: tiempos muy largos de tramitación (agravados con periodos presidenciales de sólo 4 años sin reelección) y la dificultad para administrar fondos y para sumar recursos privados de donaciones.

En este sentido parece conveniente incorporar la figura de corporaciones, de las cuales sería responsable directamente el Ministro para permitir realizar de manera rápida y eficiente, con presupuesto propio y con la capacidad de sumar recursos del mundo privado. Así, el Ministerio podría contar con órganos operativos y dinámicos.

Participación Ciudadana

La Cultura (las Artes, el Patrimonio) es básicamente personas, comunidades. Y es a ellas a las que se debe la Cultura. Por eso en este Ministerio posiblemente más que en ningún otro es fundamental la participación, involucrar a quienes participan activamente de las Artes y el Patrimonio. Además, contrariamente a lo que puedan pensar algunos, precisamente la participación ciudadana es la que puede dar continuidad a las políticas culturales así como disminuir la manipulación política (partidista) de ésta.

La Participación Ciudadana también es muy importante porque han sido las comunidades vinculadas a las Artes y al Patrimonio las que han dado gran impulso en éstos ámbitos, en especial en este último, haciendo presentaciones, promoviendo la protección y la difusión, haciendo congresos y encuentros, haciendo talleres y capacitaciones, etc.

La participación debe ser vinculante –al menos en la mayor parte de las decisiones y recomendaciones-, y debe incluir  desde comunidades que viven en lugares con protección por su valor como patrimonio o que tienen ellas un valor patrimonial, a grupos o entidades vinculadas al Patrimonio (como el Colegio de Arquitectos o los Arqueólogos) a las vinculadas a las Artes.

La forma de darle estructura y distintos niveles a esta participación –tanto a nivel territorial como en distintos niveles de decisión- tiene que verse en el organigrama del Ministerio. Lo importante es que tengan incidencia real en las políticas del Ministerio y que su constitución no dependa del gobierno de turno. Que en definitiva no impida la gestión del gobierno pero que permita políticas de largo aliento.

Consejo de Monumentos Nacionales

Es evidente que debe mantenerse y ampliarse el actual Consejo de Monumentos Nacionales, que además de cambiar de nombre, debiera incluir el Patrimonio inmaterial y a las comunidades. Las mayores dudas están en cómo ampliar sus integrantes para incluir nuevos temas y nuevos actores (las comunidades) pero mejorando su capacidad operativa. Por otro lado, también es importante que el ex-CMN sea capaz de decidir que se declara Patrimonio protegido, que apruebe proyectos, pero es fundamental que pueda crear políticas o incidir en ellas o se creen instancias participativas específicas que lo hagan.

Regiones

La estructura del Ministerio de la Cultura a nivel central no necesariamente es útil al replicarse a nivel local, de las regiones. Por un lado hay una gran diversidad de regiones (baste comparar Magallanes o Aysén con Santiago o Valparaíso), pero también muchos fenómenos culturales tienen límites o toman áreas que poco tienen que ver con las divisiones políticas del las regiones.

Surge entonces la necesidad de plantear estructuras flexibles que se adapten a la realidad de cada territorio, que permita responder de mejor forma a las necesidades de ellos. Esa flexibilidad debiera permitir, por ejemplo, que dos o más regiones compartan equipos o que determinadas regiones apoyen a otras en determinados temas o simplemente se hagan cargo. Como ejemplo, se podría estudiar que Magallanes se haga cargo de abordar tema de Patrimonio de Aysén (al menos el construido).

Los desafíos y puntos a resolver son muchos, y los plazos son muy breves. Eso no es bueno, ya que las posibilidades de equivocarse se multiplican.