Tras meses de una dura batalla judicial, los trabajadores de una planta de neumáticos de Goodyear, abocada al cierre en el norte de Francia, retuvieron durante cerca de 30 horas a dos directivos, antes de ocupar la fábrica como nueva forma de presión.

El director de producción de la planta de Amiens-Nord, Michel Dheilly, y el director de personal, Bernard Glesser, fueron liberados hacia las 15:30 hora local (11:30 hora chilena) tras permanecer secuestrados desde las 10:30 locales del lunes en una sala de reuniones, donde pasaron la noche.

Escoltados por la policía, salieron en medio de los gritos de los trabajadores de “nosotros no somos los ladrones”. La prefectura había ordenado a las fuerzas del orden que entraran en la fábrica para liberar a los dos hombres.

El delegado de la central sindical CGT, Mickaël Mallet, había asegurado que no serían “liberados hasta que no se iniciaran negociaciones con un mínimo de garantías”.

“Las opciones eran enfrentarse a los CRS (fuerzas del orden), con el riesgo de cárcel para cada uno de nosotros”, o liberarlos, explicó el líder del sindicato CGT, Mickaël Wamen, tras la liberación de los rehenes.

El prefecto, que denunció las prácticas de los trabajadores, pidió a la “dirección y sindicatos que se sienten a la mesa para reanudar un diálogo constructivo”, dijo la prefectura en un comunicado.

La CGT anunció inmediatamente la ocupación de la planta para “negociarla” a cambio de una indemnización por despido.

“Es una forma de presión, no vamos a destruir la fábrica, no somos delincuentes”, dijo Mallet.

El gigante estadounidense Goodyear Dunlop tiene en total cuatro plantas en Francia, pero la más importante es la de Amiens-Nord que emplea a 1.173 personas.

Este martes, la organización patronal Medef denunció “prácticas inaceptables” y la dirección de Goodyear France anunció que no se reuniría con los representantes del personal mientras los directivos estuvieran secuestrados.

El cierre de la planta de Goodyear de Amiens-Nord se anunció el 31 de enero de 2013 y desde entonces, la CGT libra una batalla en la justicia para evitar el cierre de la misma, sin éxito hasta ahora.

La radicalización de los trabajadores de la planta es resultado de años de conflicto social “muy excepcional”, según una comisión parlamentaria que destacó en diciembre la dureza del diálogo social en la empresa.

“Es un inmenso desperdicio humano, económico y social, ya que cerca de 1.200 trabajadores están a punto de recibir una carta de despido después de haber resistido y haber luchado durante cerca de 10 años”, dijo entonces la diputada Pascale Boistard, relatora del texto criticando la opción de Goodyear “contra el empleo”, ante la falta de inversiones en maquinaria “desde hace décadas”.