Una amplia difusión tuvo el reclamo contra la Clínica Indisa publicado por Fernando Cartes en la madrugada del 17 de septiembre en la página de Facebook del recinto de salud.

El usuario realizó una encendida crítica hacia el criterio con que se trata a los usuarios de la clínica, ejemplificando con el cobro de $7.000 que se le realizó en el estacionamiento tras haber estado cinco horas en el servicio de urgencia.

En contacto con BioBioChile, Cartes aseguró que el masivo apoyo que se le manifestó en su publicación radica en que muchas personas que deben atenderse en este tipo de recintos sufre los mismos problemas pero no lo manifiestan públicamente.

En tanto, nuestro medio intentó tomar contacto con la mesa central de la Clínica Indisa, sin que haya sido posible establecer una comunicación.

17 de septiembre de 2013

Buenos días, son las 04:02 horas y vengo llegando de su Clínica.

Dudo que alguien de ustedes me responda “mañana”, porque por lo que veo sólo hay instrucciones de responder temas técnicos, y pareciese ser que es política de empresa no tener criterio ni las intenciones de escuchar a la gente.

De todas maneras les cuento: Llegué a urgencia con mi hija a las 20:49 horas [del 16 de septiembre], para ser exacto. Estaba preocupado porque al parecer venía con síntomas de haber rechazado algún medicamento. Le dolían mucho sus piernas, por lo que estuve casi toda la espera con ella en mis brazos. Había gente mucho peor que yo, así que esperamos tranquilamente. Por lo que pude dimensionar, no habían más de seis u ocho niños. “Algo normal”, dije.

Después de haber visto pasar a dos pacientes adultos que llegaron después de mí, la espera se transformó en dos horas y media, hasta que por fin me llamaron. La atención adentro fue de lo que yo puedo llamar acá en Chile “normal”, considerando que tuvimos que dormir una hora y media esperando el resultado del examen de sangre. ¿Pero saben? Nada fuera de lo normal.

Ok, acepto. Me duermo en la silla.

Cuando son las 02:50 (cinco horas después), mi hija de cinco años no podía más con la situación. Lloraba por irse y le seguían doliendo las piernas. “Nos vestimos, pagamos y nos vamos por fin, hija” le dije.

Llego al mesón con ella en brazos (no podía caminar), nos disponemos a pagar a una señorita de cara poco amigable. En el momento exacto que la señorita está pasando la tarjeta por la máquina, a mi hija le dan ganas de ir al baño. La miro con cara de “¿me disculpa? vuelvo en un segundo” y su cara de odio me traspasa el aura, el sistema nervioso, el muscular, y todo eso junto.

Vuelvo a pagar, mi hija a esas alturas llora. Y la señora, como última paga de mi eterna manda, como si fueran las 12:00 del día se dispone a ordenar las hojas delicadamente, cual herencia millonaria.

Irónicamente le pregunto si necesita de mi presencia para algo más porque, para ritmo de notaría a esas horas… yo no, gracias.

Salgo al estacionamiento (sigo con mi hija en brazos, más una carpeta, más una parka en mano), encuentro mi auto que a esa hora era casi el único. Logro que mi hija descanse en el vehículo y la amarro. ¡Salimos felices, por fin! Saco mi ticket celosamente guardado para levantar las barreras y me encuentro con la deliciosa voz que me dice “usted no ha cancelado el ticket“.

03:10, señores. Y la cajita maligna me cobra.

Entiendo todo, que hay gente que se mete a la mala a estacionar, que algunos se atienden, salen de shopping y vuelven, todo lo que quieran. Pero no me hueveen. En serio.

Toco la bocina como loco. Aparece un señor y me dice:

No se abre porque no ha pagado el estacionamiento señor. Vaya a decirle eso a la señorita del -2″.

Le digo “yo no voy a pagar por haber estado en urgencia mas de 5 horas, déjeme salir. Estoy con una niña enferma en el auto, menos me voy a bajar ahora a pagar un piso más abajo”.

“Baje al -2, y explíquele a la señorita lo que me está diciendo”, fue su respuesta.

Ok.

Abajo me encuentro con una señorita muerta de la risa, viendo quizás qué en la tele. No la juzgo, son las 03:00 horas en el piso -2 de un estacionamiento fantasma.

Me acerco y le digo “¿es verdad que tengo que pagar por haber estado mas de cinco horas en urgencia? Me hicieron regresar y bajar a pagar esto”.

- “Hace como un mes, señor, que ahora se paga. Harta gente reclama lo mismo”.

Paso mi tarjeta, y un hermoso número aparece en la pantalla: “Son $7.000, señor”.

Como premio de consuelo, devuelvo la mirada a mi hija que me espera en el auto, como diciéndole “hija… me rindo”.

No me duele la plata, señores de Clínica Indisa, de hecho en silencio le pagué a la señorita y tengo claro que no es culpa de ella. Me duele el contexto, la falta de criterio, la deshumanización de todo. Me duele el pensar que hay alguien encargado de sacarte plata igual, no importándole que lo estás pasando pésimo en un box pediátrico a las 03:00 horas. Me duele además, lo poco amable de las personas, lo poco “clínica” y lo harto mall que les gusta ser.

Y por último, déjenme decirles: Si su inoperante servicio de urgencia fuera un poco más expedito, me hubiera gastado esas siete lucas en un medicamento para mi hija y yo ya estaría durmiendo, en vez de estar escribiéndole huevás a un muro de Facebook ciego, sordo y mudo.

PD: Esto lo voy a compartir, hasta que me canse.

No sacan nada con “ocultarlo como spam”. Ya lo tengo guardado, y tengo cientos de canales más donde poder hacer visible mi queja.

Buenos días y les dejo la boleta. Aunque sé perfectamente, de que saben de qué me estoy quejando.

Feña Cartes

Feña Cartes