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El viernes 27 de julio a las 17:30 horas concurrí al Mall Plaza del Trébol Talcahuano para realizar unas compras, en compañía de dos amigos. Al subir por la escalera mecánica, cerca de Falabella, para dirigirme a tomar un café, recibí una descarga eléctrica al tocar el pasamanos.

De forma imediata sentí mucho dolor en mi brazo derecho, además de mareos y náuseas. Afortunadamente evité la caída por la escalera y me sentaron en una silla del café, para evitar que me desmayara y cayera al suelo.

Un guardia del mall señaló de manera textual “estoy cansado y aburrido de pedir que vengan a arreglar esta escalera y no me pescan”.

En compañía del guardia y mis amigos bajamos al primer piso para ser vista por el paramédico del centro comercial, Luis Valle. Le relaté lo sucedido, mientras mi mano se encontraba ennegrecida y morada. Él me atendió dentro de los precarios medios con los que cuenta.

Mi condición empezó a empeorar, sumado al dolor tenía espasmos y ganas de vomitar. Ante ello el paramédico me cubrió con una frazada y me puso una bolsa con hielo.

Realizó varias llamadas solicitando ayuda, pero llegaron dos guardias señalando que el mall no cuenta con ningún convenio de salud con alguna clínica o ambulancia, y que tampoco se hace responsable por los gastos médicos. Yo tenía que arreglármelas como pudiera.

No me encontraba en condiciones de conducir, por lo que un guardia indicó que el mall se cerraba por las noches, por lo que podíamos dejar el vehículo. Sin embargo, el otro guardia enfatizó que no se hacían responsables por los robos o daños.

Una vez finalizado su turno, el paramédico me trasladó por su cuenta.

Durante el trayecto, aún seguía con espasmos y fuerte dolor en el brazo. Llegué hasta el Sanatorio Alemán de Concepción, siendo ya las 22:14 horas, me despedí de Don Luis.

Las lesiones que se constataron en el informe realizado en el Sanatorio son leves, ya que el mayor cuadro de complejidad lo presenté las primeras horas, después de lo sucedido. No obstante, tengo secuelas psicológicas, ya que padezco una enfermedad que no me permite vivir situaciones de estrés y la ingesta de medicamentos.

La enfermera nos informó que era necesario llamar a Carabineros y dejar una constancia del accidente, por lo que todo lo ocurrido será informado y parte de un proceso en Fiscalía.

El domingo recibí la llamada de Don Luis, preguntándome sobre mi estado de salud, lo que agradecí.

Durante la semana fui al mall con el objetivo de hablar con la gerencia, y el paramédico me mostró que dejó la constancia de todo lo ocurrido.

Me atendió la ejecutiva de cuentas, Paola Riffo, y Don Luis le relató lo sucedido, luego señalé la humillación que sufrí y los gastos médicos en que he tenido que incurrir. A lo que ella indicó que la escalera había sido revisada el mismo 27 de julio.

Al despedirnos, ella dijo “ vaya no más, no se preocupe” y “que descanse para que se recupere”, dando a entender que costearían mis gastos, y quedó de hablar con el gerente Pablo Berndt.

Me llamó el miércoles, indicando que la gerencia no se hace responsable y que podían citarme a una reunión.

El paramédico me contó que se le había preguntado sobre la veracidad de lo ocurrido, luego se le solicitó discreción, que le bajara el perfil al hecho y que se pusiera la camiseta del mall, a lo que él indicó que para él eran más importantes sus principios y valores.

Finalmente, cuento con todos los documentos que me avalan, me refiero al informe médico del Sanatorio Alemán, copia del parte policial, boletas de gastos médicos, informe del médico tratante y la constancia registrada en el centro comercial.

Romina Paola San Martín Fuentes