Revuelo causó la última encuesta CEP correspondiente al mes de abril, principalmente por el abrumador apoyo a la ex presidenta Michelle Bachelet, dejando en un segundo plano los resultados del Gobierno del presidente Piñera, que siguen estando en números rojos.

Pese a que falta más de un año para las elecciones, los resultados que se conocieron esta semana no hizo más que levantar el tema de las próximas elecciones presidenciales que seguramente tendrán como una de las protagonistas a Bachelet.

Es necesario, sin embargo, aclarar que lo de candidata pasa por un deseo de la gente y de la Concertación, pues nada asegura que ella decida volver a Chile dejando su comodidad de Nueva York, y dejar de lado las claras opciones que tiene de seguir escalando en la política internacional.

En ese sentido, y con los números de la CEP en la mano, queda claro que causaría una debacle importante al interior del conglomerado opositor si ella declina participar, pues claramente no existe “plan B”. A esto se suman la intensa pugna interna ante la ausencia de un líder y la arremetida de los comunistas en busca de apoyos en la clase política de izquierda.

Incluso el propio presidente del Partido Socialista Osvaldo Andrade señaló tras la publicación de la encuesta que la actual directora ejecutiva de ONU Mujeres, es “la única que derrota a la derecha, clara y definitivamente”.

Pero la figura de la otrora jefa de Estado no es lo único interesante que analizar. En el sondeo aparece nuevamente un nombre que en su momento puede inclinar la balanza -pensando en una eventual segunda vuelta-, como lo es el siempre díscolo Marco Enríquez-Ominami.

Sería iluso pensar que él pueda ser el próximo presidente, y no lo digo sólo como algo antojadizo. Me baso en quienes se sintieron traicionados en las elecciones pasadas con su apoyo a Frei, y en quienes aún no toman en serio sus planteamientos políticos poco ortodoxos, pese a lo cual no debería tener inconvenientes en lograr un porcentaje de más de 2 dígitos, los que serían suficientes para volver a ser factor determinante.

Más aún si se trata de juntar fuerzas con alguien como Bachelet, quien pese a todo el futuro en la ONU, no creo que deseche ocupar la Moneda nuevamente.

Frente a ese escenario, claramente le beneficiaría verse enfrentada a unas primarias, no sólo por los acuerdos y las señales de “democracia” que pretenden dar desde la Concertación, sino como una forma de reposicionarse políticamente más allá de su figura cándida y cercana que explican sus porcentajes de aprobación.

¿Y qué pasa con los “presidenciables” oficialistas?

Respecto a las cartas del oficialismo, está claro que sólo aparecen con opciones Laurence Golborne y Andrés Allamand, ambos frutos de sendas tragedias ocurridas en nuestro país, y en donde se vieron fortalecidos sus principales atributos: el carisma del titular del MOP y el liderazgo del ministro de Defensa.

Sin embargo, ninguno de los dos logra opacar la figura de Bachelet, pese a su ausencia de la contingencia nacional, lo que la convierte en una especie de candidata fantasma.

No cabe duda que al interior de la Alianza tienen asumido que no existen actualmente otras figuras que tengan el potencial suficiente para enfrentar a la ex mandataria. Y de tal forma lo asumen en la UDI, que son capaces de aceptar la opción presidencial pese a que no tenga un pasado político como Pablo Longueira.

Incluso, el actual titular de Economía ya ha dejado entrever su apoyo a Golborne, reconociendo tácitamente que sería un suicidio esta vez enfrentarse a Bachelet siendo que aún no cuenta con un piso electoral importante fuera del gremialismo.

Lo mismo ocurre con Evelyn Matthei, en lo que parece una suma de apoyos desde el partido conservador que espera por contar con un hombre carismático, para llegar por fin al gobierno tras el retorno a la democracia.

De todas maneras sería impropio, tanto para el gremialismo como para Golborne, confiarse en que es el único candidato de la derecha. Allamand ya advirtió -a propósito de la CEP- que los números demuestran que la carrera presidencial “ni siquiera ha partido”.

Si bien este año estará marcado por las elecciones municipales, desde ya se avizoran que los comicios presidenciales volverán a marcar la historia de nuestro país, por enfrentar a candidatos, que por ahora, siguen demostrando que en Chile se vota por la figura y no por el partido político.