‘La consagración de la primavera’, película que aborda la asistencia sexual
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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
Para algunas personas con discapacidad, la satisfacción sexual sigue siendo un tabú en todo el mundo. En España, se debate ferozmente sobre el rol de los "asistentes sexuales", criticados por algunos como explotación y defendidos por otros como un derecho. Antonio Centeno, tetrapléjico de 54 años, es uno de los responsables de un portal que ofrece este servicio en varios países, incluido Chile. Testimonios como el de Ánxela López Leiceaga, de 48 años, muestran la importancia de la asistencia sexual en el conocimiento del propio cuerpo. A pesar de la polémica, la falta de educación sexual es un tema crítico para las personas con discapacidad, haciéndolas vulnerables a abusos. En España, grupos como el Movimiento Feminista Abolicionista se oponen a esta asistencia, mientras otros como Centeno defienden su legitimidad.
Para algunas personas, el tocarse e incluso masturbarse puede ser algo normal, un acto que puede, en la mayoría de los casos, no tener mayor dificultad, sin embargo, ¿qué pasa en aquellas que tienen un nivel de discapacidad que les impide hacer esto?.
Es algo similar a lo que retrató el periodista y poeta Mark O’Brien, quien producto de la polio pasó casi toda su vida al interior de un “pulmón metálico” para poder sobrevivir, ya que estaba paralizado desde el cuello a los pies.
Entre sus obras está “Viendo a una sustituta sexual”, que inspiró la película “Seis sesiones de sexo”, donde un escritor con su misma enfermedad decide perder la virginidad a los 38 años.
Y es que la satisfacción o autosatisfacción sexual de una persona con discapacidad sigue siendo tabú en todo el mundo, como por ejemplo España, donde el oficio de “asistentes sexuales” es criticado por diversos grupos.
Estos asistentes, según explicó Mon García, asistente sexual y pedagoga al portal de noticias de España, La Vanguardia, hacen un acompañamiento “para personas con diversidad funcional que por sus propios medios no pueden acceder a su cuerpo. La asistente facilita esa exploración corporal mediante la masturbación”.
Mientras algunos defienden este tipo de trabajos, para otros, como Erika Bastide, del movimiento Feminista de Catalunya, lo considera “explotación sexual” y asegura que quienes trabajan en ello, son “víctimas” de consumidores “puteros”. Es decir, apuntan a que este trabajo es otra forma de prostitución.
Son pocos los países en el mundo donde está regulada la “asistencia sexual” para personas con discapacidad, como por ejemplo Dinamarca, pero porque en dicho país el trabajo sexual sí está regulado.
Contexto Pixabay
Testimonios de personas con discapacidad
Uno de los testimonios recogidos por La Vanguardia es el de Antonio Centeno, quien hoy tiene 54 años. Desde los 13 que tiene tetraplejia. Según relató, desde pequeño le dijeron que no estaba capacitado para sentir deseo y mucho menos tener una vida sexual activa.
Ahora, a su edad utiliza el servicio de asistencia sexual, y no solo eso, es uno de los responsables del portal www.asistenciasexual.org, por el cual se puede contratar este servicio. Esta página, una de las más grandes de España, ofrece servicios en otros países, incluido Chile.
Comenzó en 2017 con este proyecto, ya que considera que la asistencia sexual es un “elemento instrumental indispensable” para el conocimiento del propio cuerpo.
Un dato no menor que entrega es que el 90% de quienes recurren al servicio son hombres heterosexuales. En el caso de las mujeres, añadió que, sin importar su orientación sexual, prefieren la asistencia de otras mujeres por mayor seguridad.
Ánxela López Leiceaga, de 48 años, nació con una parálisis cerebral. Actualmente, es presidenta de la Federación de Vida Independiente de Galicia. “Descubrí el clítoris a los 30 años, con esto ya te lo digo todo”, reconoció la mujer, quien dijo que primero contrató el servicio por su propio placer y luego para conocimiento sexual.
“No solo porque nadie te cuenta nada, sino porque si dependes de otros para acceder a tu cuerpo, es aún más difícil”, enfatizó.
La sexóloga y psicóloga especializada en diversidad funcional, Gemma Feulofeu, también habló con el medio y dijo que la falta de educación sexual es uno de los puntos más críticos para las personas con discapacidad, ya que no solo afecta el poder disfrutar de la sexualidad, sino que también las hace vulnerables a abusos.
Ángela recurrió a los servicios de un hombre y, según dijo, “La elección es fundamental, es una cuestión de química, de sentirse cómoda y de crear un espacio íntimo donde puedas estar a gusto”.
Para algunas personas con discapacidad, como Oriol Roqueta, quien también tiene parálisis cerebral y es usuario de asistencia sexual, este servicio debería ser “totalmente financiado por el Estado”, ya que no es accesible para todos, o solo pueden acceder una vez al mes o cada dos meses, asegurando que si no tienes dinero “es otra forma de discriminación”.
Contra la asistencia sexual
En España, uno de los grupos que tienen una posición más firme contra la asistencia sexual, es el Movimiento Feminista Abolicionista, que está en contra del concepto de trabajo sexual.
Erika Bastide, una de sus principales representantes, dijo que “Nosotras no hablamos de trabajo sexual, porque no lo es. Hablamos de explotación sexual. Al igual que ocurre con la prostitución, hay mujeres que lo defienden y dicen que es su trabajo, pero el problema no es cómo lo vivan ellas, sino el hecho de que exista un mercado donde los hombres pueden comprar cuerpos de mujeres. No se trata de su libertad individual, sino del impacto social para el resto de mujeres”.
Antonio Centeno opina lo contrario y dice que hay una parte de la sociedad que no quiere reconocer que puede existir un intercambio “razonablemente libre” de placer sexual a cambio de dinero y enfatiza en que “esta visión es incompatible con su realidad”.
El portal de Asistencia Sexual es clara en detallar que “Aquellas que la persona asistida no puede hacer por sí misma: explorar su cuerpo, masturbarse, conseguir posiciones y/o movimientos en prácticas sexuales con otra persona. La persona asistida no accede sexualmente al cuerpo de la persona asistente: no hay besos, abrazos, coito, caricias, sexo oral, etc. La persona asistente no tiene entre sus tareas excitar a la persona asistida, ni excitarse ella, ni sentir placer, ni educar ni intervenir terapéuticamente, su intervención es puramente instrumental”.
En la misma página no solo aparecer personas que prestan este servicio en España, sino también en diversas partes del mundo, como por ejemplo Chile. De hecho, hay tres asistentes sexuales que trabajan cada uno en diversas partes del país.
De hecho, en Chile tampoco es un tema del que se hable libremente, ni tampoco de aquellos ligados a la sexualidad. Incluso la misma educación sexual es un punto de discusión entre muchos sectores de la sociedad.
Pese a que hasta campañas de Gobierno fomentan la sexualidad integral y derechos sexuales de personas con discapacidad, como indica el Senadis, no se hace mucha referencia en aquellas que requieren de las manos de otros, para que se conviertan en las propias, sin embargo, al igual que España, podría ser cosa de tiempo en que se convierta en un tema de debate.
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