La Organización Mundial de la Salud considera que la obesidad ya es una epidemia a nivel global. En el caso de nuestro país, más del 31% de los chilenos presenta obesidad y casi el 40% tiene sobrepeso.

Para enfrentar esta situación, la estrategia nutricional es clave, pero junto con la actividad física ya que “el ejercicio es un factor protector para las manifestaciones de diferentes enfermedades asociadas a la inactividad”.

Así lo plantea, Patricio Arroyo, director de Escuela y carrera de Pedagogía en Educación Física de la U. San Sebastián, quien explica que en general ya no se habla sólo de sedentarismo “sino de inactividad, porque esas personas pueden terminar siendo sedentarias, pero están en esta etapa anterior en sus tiempos de ocio”.

El académico indica que lo más importante es que las personas se mentalicen en que el hacer actividad física es por salud y no por estética.

“Hay que sacar un poco el concepto de que sólo hago ejercicio para verme bien en el verano. En realidad, quiero ser sano. Tiene que existir un balance energético entre lo que consumo y gasto de energía en el organismo. Aumento el metabolismo para que los consumos de energía estén equilibrados y si utilizo más de lo que como, lógicamente voy a disminuir de peso”, señala el docente.

Asimismo, indica que la gente cree que dejando de comer va a disminuir de peso y efectivamente eso sucede, pero “con esa mirada podemos tener personas delgadas que se mueren igual, porque no es posible prevenir enfermedades crónicas como el síndrome metabólico, la diabetes y la hipertensión arterial y que están asociadas a la obesidad”.

La casa como un gimnasio

Patricio Arroyo sostiene que se puede hacer ejercicio en cualquier parte y sin mucho esfuerzo, la casa se puede transformar en un gimnasio. Además, se debe construir una rutina aprovechando los espacios en nuestro hogar.

“Por ejemplo, si tengo escaleras, puedo hacer Step durante cinco minutos, subiendo y bajando un peldaño y no la escalera completa, porque de todas formas aumentará la temperatura corporal”, propone Arroyo.

“Después se hace una rutina básica de flexibilidad que contempla ejercicios de estiramiento y movilidad articular, para luego trabajar temas asociados con cualidades físicas, como son las actividades de fuerza y cardiovasculares”, agrega.

En ese sentido, el profesor precisa que “se puede establecer una rutina durante cinco días de la semana, pudiendo efectuar ejercicios de fuerza y cardiovasculares, los días, lunes, miércoles y viernes, mientras que los martes y jueves se pueden practicar ejercicios de larga duración y baja intensidad, como el step en la escalera, sumando sentadillas, estocadas y planchas”.

En el caso de los niños, el académico de la USS afirma que tienen otro metabolismo y que “es más bien anaeróbico, por lo que se requieren actividades de velocidad y de alta intensidad con corta duración. Por eso conviene que practiquen actividades deportivas porque en la casa es muy difícil generar este alto gasto energético”.

No obstante, indica que aprovechando que los niños están un poco pegados a la tecnología, quienes tengan consolas de juegos, “pueden privilegiar aquellos que les permiten a los niños moverse y hacer ejercicio y no estar sentados apretando botones. En todo caso, siempre será mejor llevarlos a la plaza a correr y jugar”

Arroyo enfatiza que es muy importante “complementar la actividad física con una buena nutrición, porque para bajar de peso el aporte nutricional es de un 85 por ciento y el 15 por ciento restante corresponde al ejercicio físico”.