El VIH no es un tema que se acostumbre a tocar en contenidos de ficción de la televisión chilena. La primera vez que se mostró en pantalla en una teleserie, fue en El circo de las Montini, cuando al personaje de Néstor Cantillana le detectaban el virus y tenía que enfrentarse a su esposa y colegas del circo.

De eso han pasado 16 años y pese a que las estadísticas hablan por sí solas en cuanto a la cantidad de personas que viven con el virus, muchas de ellas sin siquiera saberlo, no existen mayores esfuerzos por mostrar esta realidad en algún contenido que eduque, concientice y motive a tomar resguardos.

Quizá lo que está haciendo la actual teleserie de las 15:00 horas de Mega Verdades Ocultas, podría servir como ejemplo de un intento por poner nuevamente el tema en discusión en un producto que goza de alto rating y popularidad, asegurándose así que el mensaje llegue a la mayor cantidad de público presente.

En este caso en particular, el personaje en cuestión tiene VIH y se enteró tras unos años de vivir con la enfermedad. Primero lo mantuvo en total secreto, y poco a poco fue asumiéndolo como parte de su vida. Una realidad de la que no tiene por qué avergonzarse. Además, dieron a entender que al ser responsable con su tratamiento, puede llevar una vida como cualquier otra persona.

Eso hasta un reciente episodio en el que se le ve a Gonzalo, rol interpretado por el actor Renato Jofré, sufriendo una delicada descompensación producto de beber un par de copas de vino.

Si bien se sabe que el alcohol no es un buen compañero para ninguna persona que está en un tratamiento de tales características y que deberá seguir de por vida. Lo cierto es que la reacción que tuvo el personaje despertó varias dudas entre los televidentes, quienes la tildaron de “exagerada” y un tanto “desinformada”, pero ¿será tan así?

Más allá de entregar una respuesta a si una persona con VIH puede o no consumir alcohol, es más importante conocer y entender cuál es el real efecto del alcohol en el organismo de una persona que vive con VIH.

Frente a lo anterior, existen a lo menos dos estudios recientes que dan cuenta de lo dañina que puede ser esta sustancia, ya sea por la interacción que tiene con los fármacos o porque puede afectar el funcionamiento de distintos órganos.

Una investigación de la Universidad de Yale, Estados Unidos, concluyó que beber alcohol es más peligroso para las personas con VIH que para aquellos que no lo tienen.

En el estudio en que participaron pacientes tratados por el Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos entre 2008 y 2012, se incluyeron más de 18.000 pacientes VIH positivos y a más de 42.000 personas sin el virus. Lo anterior para estudiar y comparar el vínculo entre el consumo de alcohol, la muerte y otros problemas de salud que pudieran desarrollar los pacientes en cuestión.

Tras el análisis, los expertos indicaron que los pacientes con VIH que bebían cantidades incluso moderadas de alcohol tenían más probabilidades de desarrollar problemas de salud relacionados con esta sustancia que aquellos que eran VIH negativos.

El estudio publicado en febrero de 2016 en la revista especializada Drug and Alcohol Dependence, determinó que incluso los que tenían el VIH suprimido mediante la terapia antirretroviral (TARV), corrían el mismo riesgo que cualquier otro paciente con el virus.

Las medidas utilizadas fueron de una a dos bebidas alcohólicas por día.

“El estudio demostró que incluso entre las personas que toman TARV y con una carga viral suprimida, que están mucho menos enfermas en general, sigue habiendo un efecto añadido del alcohol entre esos individuos, en comparación a las personas sin el VIH”, aseguró la investigadora y doctora Amy Justice, profesora de medicina general y de salud pública de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Yale en Connecticut.

Asimismo, agregó que la investigación “sugiere que el umbral de consumo seguro de alcohol probablemente sea distinto para las personas con el VIH”.

Beber y saltarse los fármacos: grave error

Otro estudio realizado en Estados Unidos por la Universidad de Connecticut, publicado en la revista Journal of General Internal Medicine, señaló que muchos pacientes suelen saltarse los fármacos cuando bebían alcohol para así evitar alguna reacción “tóxica” en su organismo, lo que es totalmente erróneo.

Este comportamiento no es aconsejable según los autores de este estudio, pues indican que incluso podría aumentar la carga viral en personas que viven con VIH.

La investigación evaluó durante un año a casi 200 personas con VIH que tomaban antirretrovirales responsablemente y que bebían alcohol. En este contexto, descubrieron que el 51% dejaba de tomar sus pastillas cuando sabía que bebería, y no sólo por “olvidos” debido a un estado de ebriead, sino por la “extendida y errónea creencia de que mezclar el alcohol con los fármacos puede ser tóxico”.

“El daño causado saltándose la medicación supera por lejos el daño causado al mezclar ambas cosas, si la persona no tiene una enfermedad de hígado”, afirmó Seth Kalichman, profesor de la casa de estudios y autor principal del estudio.

Los investigadores también indicaron que las consecuencias de un consumo inconstante de los fármacos para el VIH puede ser realmente grave, incluso si no es por el alcohol. Los antirretrovirales permiten al paciente que el virus no gane terreno en el organismo.

En la misma línea, lo peligroso de esta práctica también radica en que dejar y retomar el fármaco puede provocar una resistencia al medicamento. “Las personas que viven con VIH y que de forma deliberada detienen su medicación cuando beben, corren riesgo de que el tratamiento falle”, determinaron.

En el desarrollo del estudio, los académicos encuestaron a 178 personas. Cuatro de cada cinco hombres que mantenían una terapia con antirretrovirales afirmaron beber alcohol. Al principio del estudio, los investigadores consultaron sus opiniones respecto al consumo de alcohol, como si acaso creían que los medicamentos no funcionarían tan bien si mezclaban con esta sustancia. Otra pregunta fue si ellos evitaban tomar las dos cosas al mismo tiempo.

Al año después, el grupo controló a los pacientes para evaluar el seguimiento que le habían hecho, a través de un recuento de píldoras. Asimismo, cada dos meses llamaron a los encuestados para preguntarles por la frecuencia con que habían bebido alcohol durante ese periodo.

Por su parte, los médicos midieron la carga viral (cantidad de virus presente en el organismo) de los pacientes y su salud inmunológica, y finalmente concluyeron que el 51% de los pacientes evitaba los medicamentos cuando bebía. La otra mitad seguía su tratamiento pero tampoco en las mejores condiciones.

Otro dato preocupante que arrojó la investigación, fue que la mitad de ese 51% aseguró que no volvía a tomarlas hasta que el alcohol estuviera fuera de su organismo.

Sumado a lo anterior, Kalichman y su equipo indicaron que aquellos que se saltaban su medicación también presentaban más probabilidades de tener niveles más altos de VIH en el cuerpo y menos células CD4. Estas células constituyen una parte esencial del sistema inmunitario, pues tienen la función de activar al propio sistema alertándolo sobre la presencia de patógenos o de una replicación errónea de células para que así pueda enfrentarlas y corregir la situación, señala la ONG española Grupo Trabajo sobre Tratamientos del VIH.

“Creo que está bastante bien demostrado que el consumo de alcohol está vinculado a una pobre observación (del tratamiento) y creo que la mayoría considera que es porque los afecta de alguna forma o se les olvida (…) cuando aquí se ve que a menudo se saltan su medicación de forma intencionada”, indicó Catherine Grodensky, investigadora del Centro de Investigación del SIDA de la Universidad de Carolina del Norte.

Alcohol y drogas + VIH: ¿cuáles son los principales riesgos para la salud?

De acuerdo al portal informativo InfoSIDA, perteneciente al departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, existen al menos tres daños fundamentales a la hora de consumir alcohol y otras drogas recreativas cuando se es VIH positivo.

1) Puede debilitar el sistema inmune.

Se sabe que el VIH afecta el sistema inmune y dificulta el combate a infecciones y algunos tipos de cáncer, por lo que según esta entidad el uso de drogas y/o alcohol puede dañar aún más el sistema inmunitario, afectando su función y, por consiguiente, empoerando la infección por el VIH.

2) Las drogas y el alcohol pueden dañar el hígado y ‘enfermarlo’

El hígado tiene como una de sus funciones retirar las sustancias nocivas de la sangre. Las toxinas se producen cuando el hígado descompone las sustancias químicas, y esto incluye drogas y alcohol.

Su uso puede causar lesiones en este órgano, por lo que tendría que trabajar más duro para retirar las toxinas del cuerpo. Y si no funciona bien, la acumulación de toxinas debilita el cuerpo y el hígado se vuelve más y más vulnerable.

3) Algunas drogas recreativas pueden interactuar con los medicamentos antirretrovirales

El riesgo de efectos secundarios peligrosos aumenta considerablemente debido a la interacción entre los medicamentos antirretrovirales y las drogas recreativas.

El portal especialista indica que se han reportado sobredosis en casos donde los antirretrovirales interactuaron con drogas nocivas como el éxtasis o el GHB.

Asimismo, el uso de sustancias nocivas como drogas y alcohol también puede dificultar la ingesta de los medicamentos a diario, y su omisión, desencadenar un daño peor ya que ayuda a que el virus se multiplique y dañe aún más al sistema inmune.