Los principales errores de todos aquellos que empiezan una dieta con el objetivo de eliminar esos kilos de más son emprender regímenes sin indicación profesional, extremadamente restrictivos y que no son sustentables en el tiempo.

La nutricionista de Centros Médicos Vidaintegra, Carolina Pizarro, se refiere a las contradicciones de pasar hambre un día y comer de todo al otro, y entrega recomendaciones para mantener un estilo de vida saludable.

Cuántas veces hemos dicho o escuchado la frase “el lunes empiezo la dieta”. Algunos la usan como una excusa para comer tranquilos el domingo mientras para otros se ha convertido en el mejor incentivo para tratar de bajar de peso. No obstante, pasar largos periodos de hambre para luego terminar ansiosos en el refrigerador es la peor receta.

“El principal error es comenzar sin indicación profesional regímenes muy restrictivos y que no son sustentables en tiempo”, explica la profesional.

El mayor problema de este hábito que muchos adquieren es que no crea hábitos alimentarios saludables, los cuales son esenciales no sólo para mantener un índice de masa corporal adecuado, sino también para ingerir los nutrientes que el cuerpo requiere a lo largo de la jornada.

“Además, si no existe una rutina de ejercicios, el peso que se gana comiendo en exceso no se revierte al día siguiente, incluso aunque pasemos hambre”, precisa la especialista.

Así, como muchos probablemente ya lo han comprobado, las dietas restrictivas no son la solución para bajar de peso, ya que tendemos a abandonarlas más rápido de lo que esperábamos y, en ayunos prolongados, se pierde más masa muscular que grasa corporal.

Por ello, la nutricionista entrega los siguientes consejos para empezar una dieta exitosa:

– Evaluar el estado nutricional con especialista y en lo posible con exámenes.

– Adecuar los horarios y las porciones alimentarias considerando los hábitos, alergias e intolerancias y enfermedades de base.

– Controles periódicos para seguimiento.

– Consumir alimentos altos en fibra, lácteos bajos en grasa y abundante agua, para controlar la ansiedad.

El efecto rebote

Aunque muchos aún creen que es un mito, el famoso efecto rebote sí existe.

“El organismo busca recuperar la masa muscular perdida durante ayunos prolongados y activa un mecanismo compensativo. Al no ingerir glucosa como combustible, degrada masa muscular para obtenerla, proceso llamado gluconeogénesis”, especifica Carolina Pizarro. Sólo después de mucho tiempo, el cuerpo recién extrae energía de la masa grasa.

Al mismo tiempo, cuando empieza la restricción alimentaria, el cuerpo activa mecanismos de defensa para favorecer la ingesta, ya que percibe el bajo ingreso de energía, lo cual se traduce en ansiedad.