Desde tiempos inmemorables, una serie de mitos sobre el verano han condicionado las vacaciones de todos a través del mundo, siendo uno de los más famosos el que asegura que se deben esperar dos horas antes de meterse a la piscina. Sin embargo, no sería del todo real.

Ya sea en algún paseo familiar o simplemente porque es muy popular, es posible que hayas escuchado alguna vez, que debes esperar al menos dos horas antes de entrar a la piscina o al mar en la playa si recién comiste.

Se trata de una creencia popular que, de hecho, se ha heredado por años a través de muchísimas generaciones y en distintas latitudes del mundo. Y aunque era bastante aburrido tener que esperar tanto tiempo a pleno sol, lo cierto es que la alerta de que algo grave podía pasarte si no seguías la regla era mucho mayor.

Así mismo, se han sembrado decenas de mitos de verano, por ejemplo el de la digestión, el cual, pese a la creencia, no es totalmente verdadero.

Tal como decían las madres y abuelitas, si nos metíamos a la piscina antes de las dos horas, era posible tener un “corte de digestión”, es decir, provocaría mareos y vómitos casi de manera instantánea.

Sin embargo, según detalla Business Insider, lo que provocaría estos efectos es entrar al agua muy fría de golpe después de haber comido abundantemente.

De acuerdo al sitio, esto originaría una baja de presión muy repentina. Pero esta no se da solo durante los paseos a la piscina, sino que también cuando se toma sol por muchas horas seguidas, se bebe alcohol o se hace de deporte de manera intensa.

¿Qué hacer en lugar de esperar dos horas?

Si no quieres esperar dos horas, lo más recomendable es no introducirse en un cuerpo de agua totalmente frío, sino que esperar a que tome una temperatura más agradable.

Pero si ello no ocurre, lo más correcto es adentrarse de manera gradual, al mismo tiempo que se mojan zonas como muñecas, nuca, rodillas o abdomen. De esta manera, el cuerpo se ambientará paulatinamente a la temperatura del agua y no provocará el shock o “corte de digestión”.

Igualmente, es importante identificar un golpe de indigestión, el cual se caracteriza por síntomas como “cansancio repentino, sensación de frío, zumbidos en los oídos y en casos extremos desmayos y paros cardiorrespiratorios”, detalla BI España.