Este martes se cumple el 17º aniversario del atentado a las Torres Gemelas, el que dejó a más de 2.700 personas muertas.

Diversos testigos utilizaron sus cámaras y filmadoras para documentar la tragedia, registros que rápidamente permitieron contemplar el horror que se vivió aquella jornada.

Dentro de todas las imágenes que salieron a la luz aquel 11 de septiembre de 2011, hubo una en particular que se convirtió en una de las postales más impactantes del ataque.

Se trata de una fotografía en la que se aprecia a una persona cayendo desde la Torre Norte, quien probablemente, en un acto desesperado, eligió lanzarse al vacío para no morir producto de las llamas.

Rápidamente la imagen dio la vuelta al mundo, y pasó a ser conocida como The Falling Man (El hombre que cae). Tal como recoge revista Time, el responsable de haber capturado aquel momento fue Richard Drew, reportero de la agencia Associated Press.

TIME
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En conversación con el citado medio, Drew señaló que aquel día tomó el metro desde Times Square hasta la calle Chambers, la última estación antes de las Torres Gemelas.

Al salir, lo primero que advirtió fueron las dos columnas de humo que emanaban desde los rascacielos.

Tras advertir que eran muchos los que se lanzaban por las ventanas, de manera instintiva sacó su cámara y comenzó a tomar fotos. Así fue cómo registró los últimos segundos con vida de la persona que aparece en la icónica imagen.

Si bien en un primer momento se especuló con la posibilidad de que el hombre era Norberto Hernández, chef de la dulcería del restaurant Windows of the World, el que estaba ubicado en el piso 106 de la Torre Norte, posteriormente su familia lo descartó.

Desde entonces, se cree que el hombre de la imagen es Jonathan Briley, de 43 años, quien se desempeñaba como técnico de audio del mismo restaurant. Estaba casado y vivía en Mount Vernon, en Nueva York.

No obstante, estas son sólo especulaciones, ya que la persona de la foto jamás pudo ser identificada.

Si bien los restos humanos de más de 1.100 víctimas aún aguardan identificación, en un laboratorio de Manhattan, un equipo prosigue incansablemente la tarea, con la ayuda de los últimos avances tecnológicos.

Un fragmento de hueso hallado en el lugar de los ataques del 11 de septiembre de 2001 es cortado, reducido a polvo y luego mezclado con dos productos químicos que permiten exponer el ADN y luego extraerlo. O al menos esta es la teoría, pero en la práctica el éxito no está garantizado.