De un tiempo a esta parte, redes sociales como TikTok y Youtube se han llenado de videos de personas que hablan sobre “la mujer del proceso” y “la mujer de alto valor”, dos nuevos conceptos que han contribuido a generar presión y distorsionar la realidad de las jóvenes.
El primer concepto dice que la “mujer del proceso” es aquella que lleva una relación de larga data con un hombre que no concreta una propuesta de matrimonio, y que lo más probable es que nunca lo haga y termine dejándola. Generalmente, se describe que estas mujeres cometen “errores” como dividir el pago de las cuentas, estar poco conectadas con su “lado femenino” o dar “trato de esposa” (convivir, tener hijos) sin tener anillo.
Mientras, el segundo -la mujer de alto valor- alude a una chica que cumple con ciertas características supuestamente “deseables” por los hombres, como ser “muy femenina” y “magnética”, dejarse cuidar y atender (por los hombres), jamás pagar la cuenta en una cita y haber tenido muy pocas parejas sexuales. Según este estereotipo, los hombres sí quieren casarse con esta mujer y “mantenerla”.
“Una mujer de alto valor es aquella que es femenina y que, por consecuencia, se deja ayudar. Se deja cuidar. Deja que le retiren la silla cuando va a sentarse. Deja que le abran las puertas, que le den la chaqueta si tiene frío, que la tomen en brazos si está cansada. No va a 50/50 financieramente con ningún hombre. Y eso no significa que sea una inútil o que no gane su propio dinero. Significa que lo que gane ella es para ella y lo que gane su pareja es para los dos. (…) Una mujer de alto valor es aquella que deja que los hombres la conquisten, la persigan. No entretiene a hombres que no demuestran suficiente interés. No le impresionan las palabras, sino las acciones”, dice la influencer Martina Erregue, una de las tantas promotoras de estas ideas.
Toda la narrativa de estos creadores de contenido -entre los que están la modelo peruana Alexandra Chávez– gira en torno a que la “mujer del proceso” debe trabajar para convertirse en una “de alto valor”, y conseguir el ansiado “anillo de compromiso” de un hombre proveedor, dejando entrever que el objetivo final y primario de toda mujer es el matrimonio.
Para ello, ofrecen asesoría en sus videos, podcasts y otros, lo que por supuesto de alguna forma termina traduciéndose en ingresos para ellos, ya sea por monetización del contenido, contratos de publicidad o venta directa de cursos.
“Es raro que un influencer de este tipo no tenga un modelo de negocio detrás”, enfatiza Anna Iñigo, periodista e investigadora de la llamada manósfera de internet, en conversación con La Vanguardia. Ella indica que casi siempre hay un objetivo económico o político ideológico al difundir este tipo de ideas.
Tendencia peligrosa
La experta en género María Gijón explicó al medio español, que estos conceptos ampliamente difundidos en redes sociales se construyen “bajo estereotipos y roles sexistas, que le dan el espacio público, el reconocimiento y la valía al hombre, mientras que a la mujer la relegan al espacio privado y a encontrar valía por cómo complace y sirve a los demás, a su marido, a sus hijas e hijos o a su familia. (…) Implica que la mujer renuncie a su libertad y autonomía y esté relegada a los deseos y/o necesidades del hombre que la sustente”.
Por lo mismo, dice Gijón, “son tendencias peligrosas por muchos motivos, pero en especial por la edad de quienes consumen esos vídeos. El 40% de las personas usuarias de TikTok tiene entre 12 y 24 años, justo el periodo de desarrollo de su corteza prefrontal, una zona del cerebro encargada del control de la conducta, los impulsos, la personalidad y otras funciones cognitivas superiores”.
“En plena etapa de desarrollo de su personalidad, están recibiendo videos de hombres y mujeres que les dicen lo que verdaderamente es ser un hombre o una mujer, perpetuando y haciendo más rígidos los estereotipos y roles de género”, expresó.
“Se valora a la mujer según su relación con un hombre”
Con esto coincide, Jennifer Conejero, psicóloga infantojuvenil de Clínica Santa María, quien indicó a BioBioChile que “parecen conceptos sexistas (aun cuando los usen también las mujeres), porque categoriza a las mujeres en función de las necesidades y deseos de los hombres, dejando de lado aspectos (más) relevantes de la vida de las mujeres”.
“La sociedad siempre ha tratado de dar un patrón de conducta que parezca atractivo y exitoso, lo cual se ha acrecentado en redes sociales, en conjunto con esto, se dan recetas para lograrlo que pueden llevar al fracaso, a la baja autoestima y a cuadros ansioso- depresivos, entre otros”, añadió la profesional.
Conejero indicó que estos conceptos son muy dañinos, pues afectan a las mujeres -jóvenes y adultas- que pueden sentirse evaluadas en función de la relación que se establece con los hombres. “Vuelve a ideas retrógradas de dar valor a las mujeres desde la mirada de los hombres. Se ve como otra meta externa, impuesta por la sociedad”, manifestó.
También expresó que “podría afectar la crianza de niñas y adolescentes, las que tendrían que desarrollar características deseadas por los hombres y, no en función de sus propias metas y necesidades”.
¿Cómo evitar que nuestros hijos sigan este tipo de tendencias?
Para la psicóloga de la Clínica Santa María es clave la educación en casa y el promover que todas las personas son valiosas. “Es importante, enseñar el valor de cada persona más allá de los estándares sociales y estereotipos de género. También, reforzar, como grupo de apoyo (familia, amigos), el valor de cada persona más allá de lo impuesto por la sociedad”.
Por otro lado, también propone “reflexionar en que el desarrollo de cada ser humano tiene caminos distintos y válidos; reconocer los propios sentimientos y metas, valorar los aspectos positivos de cada una”.
En ese sentido, lo ideal es “fijarse en sus propias metas y necesidades y complementarlas con las de la pareja, de manera que se pueda construir un proyecto en común” y no en función de uno solo.
“¿Qué me haría realmente feliz? ¿Qué áreas de mi vida quiero desarrollar?, ¿Vale la pena mantener una relación centrada en las necesidades del otro? A partir de estas preguntas, pueden aparecer cuestionamientos más profundos que puede ser necesario conversar con un especialista”, enfatizó.