La carrera de Eugenia Cooney en redes sociales ha sido, por lo menos controversial. Se le ha acusado de promover la anorexia y muchas veces han exigido eliminar su canal. El caso puede ser muy peligroso.

Eugenia Cooney es considerada como una ‘personalidad de redes sociales’, aunque su contenido es, por lo bajo, bastante preocupante. A sus 29 años ha pasado por una montaña rusa de emociones, polémicas y malas decisiones, que la tienen pesando sólo 26 kilos.

Cooney, que es nativa de Massachusetts (EEUU), cuenta con más de 700.000 seguidores en Instagram. Su contenido siempre genera controversia, entre quienes la aplauden y otros que, derechamente, le piden que busque tratamiento de forma urgente.

La joven comenzó a publicar tutoriales de belleza en 2010. No se sabe con exactitud cuándo comenzó con los trastornos alimenticios, pero su primera polémica llegó en 2016, cuando asociaciones exigieron a YouTube cerrar su canal por promover la anorexia.

En ese entonces ella se defendió en un comunicado: “Solo quiero que sepan que, en serio, nunca he intentado ser una mala influencia en YouTube ni influir negativamente en nadie. Nunca quisiera hacer eso”.

“Nunca le he dicho a nadie que intente perder peso o que intente cambiar su apariencia o que se parezca a mí”, agregó.

Lo cierto es que en 2019 ella misma anunció un retiro temporal de redes sociales, ya que por primera vez tenía como objetivo buscar ayuda médica.

Su regreso fue a fines de aquel año, mostrando una apariencia que dejaba ver mejoras en su aspecto. Sin embargo, aquello duró muy poco tiempo y, al cabo de unos años, volvió a tener problemas con trastornos alimenticios.

Su nombre volvió a escucharse, y ponerse en tela de juicio, nuevamente en agosto de 2023, cuando personas exigieron que su canal de Instagram fuera clausurado.

El contenido que puso la ‘voz de alarma’ fue un video que dejaba en evidencia su extrema delgadez. Ella misma reconoció que estaba pesando 26 kilos.

Su perfil de Instagram sigue activo, pero su contenido no genera gracia, más bien todo lo contrario. Sin ir más lejos, en los comentarios suele repetirse la frase “she looks like a corpse” (luce como un cadáver).

Eugenia Cooney ¿Por qué su contenido es perjudicial?

De acuerdo a lo que sostiene la doctora Verónica Marín, nutrióloga de la Unidad de Adolescencia de Clínica Alemana, la anorexia es un trastorno alimenticio caracterizado porque, las personas que la padecen, tienen una imagen distorsionada de la figura corporal propia, en donde ellas dicen verse más gordas de lo que son.

Por lo anterior incurren en dietas extremas, o derechamente no comen, para tener bajas abruptas de peso.

Casos como el de Cooney pueden ser especialmente peligrosos, teniendo en cuenta que quienes consumen contenido de influencers son, en su mayoría, menores de edad.

“En la edad escolar aparece la preocupación por la imagen corporal y se inician dietas restrictivas donde el aspecto físico puede llegar a convertirse en una obsesión”, indica la profesional.

“La causa de estos trastornos no está totalmente resuelta. Existiría una combinación de factores biológicos, de tipo genético y neuroquímico; psicológicos, como perfeccionismo, expectativas personales altas y baja autoestima”, agrega.

Esta situación genera bastante preocupación en Estados Unidos, donde organizaciones han exigido a empresas de redes sociales mayor control sobre contenidos de este tipo.

“Las redes sociales en general no causan un trastorno alimentario. Sin embargo, puede contribuir a tenerlo en un corto plazo”, indicó Chelsea Kronengold, portavoz de la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios, a The New York Times.

“Hay ciertas publicaciones y cierto contenido que pueden desmoronar a una persona, y no a otra. Desde la perspectiva de la plataforma de redes sociales, ¿cómo se modera el contenido de esa zona gris?”, añadió.

Asimismo, un estudio de la University of London detalla que, en promedio, un 90% de los adolescentes, 13 a 18 años, en Inglaterra y Estados Unidos suelen tener redes sociales. A eso se suma que más del 50% de ellos revisa sus cuentas en línea al menos una vez por hora.

“A través de la lente de las redes sociales, otra persona siempre puede verse mejor, más delgada o más bonita. Del mismo modo, abunda el contenido a favor de los trastornos alimentarios. Y la tendencia #fitspiration puede estar alimentando nuevas oleadas de trastornos alimentarios”, explicó Alexandra Dane, especialista en Salud y Desarrollo Global de aquella institución.

“El resultado es una población de jóvenes en riesgo de sufrir una imagen corporal corroída, grandes discrepancias entre su yo real y el ‘pulido’ en línea, y una mayor probabilidad de involucrarse en conductas alimentarias desordenadas compensatorias”, añadió.

Por lo pronto, la doctora Marín sostiene que este tipo de trastornos deben ser enfrentados en un entorno familiar.

Si los padres sospechan que su hija está padeciendo un trastorno alimentario, lo primero que deben hacer es conversar con ella de la forma más comprensiva posible y acompañarla al médico para que haga una evaluación y, si corresponde, la derive a un especialista en el tema. Detectar los primeros indicios, permite intervenciones más sencillas y mejora el pronóstico a largo plazo.