Aunque hoy puede parecer algo surrealista y casi imposible, hasta hace no muchos años existía un lugar en la Tierra en el que ningún gobierno tenía injerencia. Era el nido perfecto para la proliferación de enfermedades, prostitución, venta de órganos, asesinatos y narcotráfico.

Nos referimos a Kowloon, la ciudad amurallada de Hong Kong que por mucho tiempo tuvo a sus miles de habitantes viviendo hacinados en el territorio con mayor densidad del planeta. A continuación te contamos su historia.

Para comprender sus orígenes, debemos remontarnos a la dinastía Song, la que gobernó China entre 960 y 1279.

En dicha época, en la península de Kowloon se construyó un puesto de vigilancia para defenderse de la llegada de piratas. Luego, en pleno siglo XIX, fue reconstruido como una fortaleza.

Kowloon en 1898 (CC) Wikimedia Commons
Kowloon en 1898 (CC) Wikimedia Commons

A pesar que el gobierno chino había cedido Hong Kong a las autoridades británicas, determinaron que debían contar con presencia en la región, por lo que Kowloon se convertía así en una pequeña ciudad de unos 700 habitantes.

Tal como recoge la agencia Europa Press, sería a fines de este siglo cuando ya se cimentaría definitivamente la realidad de este lugar.

Debido a que los chinos abandonaron su reclamación en este territorio, y los británicos decidieron no intervenir, el lugar quedó vacío de cualquier tipo de autoridad, aún cuando técnicamente estaban bajo el dominio británico.

Luego de la ocupación japonesa en la II Guerra Mundial, Kowloon pasó a ser el hogar de bandas criminales e inmigrantes, alcanzando los 17.000 habitantes en 1950.

Kowloon (CC) Wikimedia Commons
Kowloon (CC) Wikimedia Commons

Fue así como la ciudad amurallada, que contaba con una extensión de 2,6 hectáreas -similar al tamaño de dos canchas de fútbol- comenzó a crecer de manera desproporcionada, llegando a los 50.000 habitantes en 1986, convirtiéndose en la ciudad con mayor densidad del mundo.

Las edificaciones comenzaron a construirse hacia arriba, resultando en edificios que no tenían ningún tipo de control o fiscalización en cuanto a sus materiales y normas básicas de seguridad.

De esta manera, la ciudad pasó a convertirse en una especie de edificio único, con calles que no sobrepasaban el metro de ancho, y con un hacinamiento que dio origen a todo tipo de enfermedades y contagios.

De acuerdo a un artículo del sitio Gizmodo, sus apretadas estructuras mantenían a gran parte de su población en la oscuridad.

Una de las calles de Kowloon (CC) Wikimedia Commons
Una de las calles de Kowloon (CC) Wikimedia Commons

Esto, sumado a las múltiples y artesanales cañerías y cables que cruzaban el espacio, llevó a Kowloon a ser conocida como la “Ciudad de la Oscuridad”.

La ciudad desarrolló establecimientos como los de cualquier otra orbe, tales como jardines infantiles, escuelas, panaderías e incluso centros dentales. Sin embargo, había una gran diferencia: ninguno contaba con los permisos necesarios, ya que ni la policía ni las autoridades se atrevían a entrar.

Dicho de otro modo, cualquiera podía crear su propio negocio sin pagar impuestos ni ser fiscalizado. De hecho, los dentistas ni siquiera contaban con un título, motivo por el que practicaban sus intervenciones bajo terribles condiciones higiénicas.

Esta anarquía que se vivía al interior de Kowloon se veía propiciada por la nula importancia que le prestaban las autoridades: nadie fue capaz de resolver si efectivamente la ciudad correspondía a Hong Kong o a China.

Kowloon (CC) Wikimedia Commons
Kowloon (CC) Wikimedia Commons

Eso, hasta que finalmente Margaret Thatcher firmó la soberanía de Hong Kong a la China comunista en 1987, dando pie para que las autoridades chinas anunciara sus intenciones de reubicar a los habitantes y demoler el lugar.

Pero por extraño que parezca, no todos quienes vivían ahí estuvieron de acuerdo con esta medida. La posibilidad de desempeñarse en un rubro sin contar con la especialización o los permisos los obligaría a buscar un nuevo empleo en el mundo exterior.

Fue así como al final del periodo de desalojo de la ciudad, que se llevó a cabo de manera lenta desde 1988 a 1992, los últimos habitantes se atrincheraron, negándose a dejar la ciudad amurallada.

Esto motivó la intervención de 150 efectivos policiales, quienes obligaron a punta de armas a estas personas a abandonar Kowloon.

Kowloon en 1975 (CC) Wikimedia Commons
Kowloon en 1975 (CC) Wikimedia Commons

Finalmente la demolición se llevó a cabo en 1993, poniendo punto final a uno de los lugares más anárquicos y peligrosos de la Tierra.

Hoy en día su lugar lo ocupa un tradicional parque chino llamado Kowloon Walled City Park.

Como curiosidades, antes de la destrucción de la ciudad, se utilizaron sus instalaciones para filmarse películas como Bloodsport, en la que actuó Jean-Claude Van Damme, y Crime Story, cinta en que participó Jackie Chan.

Kowloon (CC) Wikimedia Commons
Kowloon (CC) Wikimedia Commons