Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
El uso de ácido hialurónico y bioestimuladores para combatir marcas de envejecimiento es una tendencia popular, aunque con riesgos si no se realizan por especialistas certificados en centros de salud confiables. El ácido hialurónico hidrata y rellena al instante, mientras que los bioestimuladores estimulan el colágeno gradualmente. Los riesgos incluyen inyectar en vasos sanguíneos, lo que podría causar necrosis, daños en nervios y desfiguraciones faciales, sumado a complicaciones como nódulos o alteraciones en la simetría facial. Es crucial que los procedimientos los realicen profesionales con conocimiento anatómico y antes de someterse a estas intervenciones, se deben considerar antecedentes médicos. Estos tratamientos están contraindicados en personas con alergias, embarazadas, lactantes, herpes facial o enfermedades autoinmunes.
Las intervenciones con ácido hialurónico y bioestimuladores se han vuelto una tendencia para evitar ciertas marcas de expresión, que suelen aparecer con el paso de los años, y una opción para moldear partes del rostro. Se trata de un procedimiento popular, el cual no está ajeno a riesgos, más aún cuando no se realizan por especialistas certificados y en centros de salud confiables.
El envejecimiento es un proceso natural al que muchas mujeres y hombres temen producto de las complicaciones que se originan en temas de salud y cambios en lo estético.
Por ello, el uso de productos inyectables es una opción viable para quienes quieren rejuvenecer el rostro y recuperar volúmenes perdidos.
Ácido hialurónico y bioestimuladores
En ese sentido, el ácido hialurónico y los bioestimuladores juegan un rol importante. El primero es una “sustancia presente en el organismo con gran capacidad de atraer y retener agua. Al inyectarse en forma de gel, hidrata y produce un efecto de relleno inmediato en la zona tratada”, explicó a BioBioChile el doctor Pablo Castillo Montoya, coordinador de Cirugía Plástica y Reparadora Adulto de Clínica Bupa.
Mientras que los bioestimuladores, son una sustancia que induce la producción natural de colágeno en el cuerpo.
“Su acción es más lenta que la del ácido hialurónico, pero mejora progresivamente la calidad de la piel y aporta volumen con el tiempo”, explica el experto.
Sus efectos son diferente, pues el ácido hialurónico actúa al instante, mientras que los bioestimuladores lo hacen de manera paulatina, al estimular el propio colágeno, subraya Montoya.
Riesgos de inyectarse estas sustancias
Una vez aclarado ello, es imprescindible recalcar los riegos que implica someterse a una intervención con ambos productos.
El doctor Montoya destaca que el mayor de ellos es inyectar la sustancia dentro de un vaso sanguíneo, pues genera “una oclusión que corta la irrigación y provoca necrosis (muerte del tejido)”, sostuvo.
El experto detalla que en el rostro “hay zonas con circulación “terminal” que dependen de una sola arteria, por lo que pueden dañarse piel, músculo e incluso estructuras como el nervio ocular, con riesgo de pérdida de visión”.
Montoya explica que la sustancia se puede inyectar en casi todo el rostro, no así en zonas de la nariz y la zona perinasal (rinomodelación), ya que concentran complicaciones cuando las realiza personal no capacitado.
“Exigen técnica estricta y conocimiento anatómico detallado”, afirma el doctor Montoya.
Imagen de contexto Pexels
Para evitar aquel tipo de complicaciones, el especialista recalca que dichos procedimientos deben hacerse por profesionales formados en anatomía facial, “con capacidad de reconocer y tratar complicaciones, usando hialuronidasa cuando corresponda”.
Complicaciones visibles
Esto es afirmado por Carolina Salisbury, cirujano plástico, parte del directorio de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, quien afirma que también pueden ocurrir lesiones de nervios, los cuales pueden provocar alteraciones en el movimiento de la cara.
A ello se suman las alteraciones en la simetría del rostro, “que de un lado quede más hinchado si no lo ponen en el mismo plano que en el otro. Complicaciones locales hay muchas”, detalla la experta.
Otro aspecto importante es la formación de nódulos: “Cuando ponen ácido hialurónico o biostimuladores, pueden quedar nódulos, se hacen granulomas, depósitos raros de la cara”, explicó.
Relacionado con esto último, es clave que quienes se sometan a una intervención manejen todo tipo de antecedentes médicos durante la entrevista previa con el especialista, quien recomendará o no, seguir adelante con el uso de las sustancias.
“Solo en casos con antecedentes médicos relevantes, como trastornos de coagulación, trombofilias o alergias, se pueden solicitar estudios específicos”, explica el doctor Montoya.
Quienes no deben inyectarse ácido hialurónico y bioestimuladores
Por su parte, este procedimiento se encuentra contraindicado en personas con antecedentes de alergia a estos productos, seguido de embarazadas y mujeres en lactancia, ya que no existen estudios de seguridad ambos casos.
También requieren precaución quienes tengan antecedentes de herpes facial; la inyección puede reactivarlo; así como quienes padezcan enfermedades autoinmunes, consideradas una contraindicación relativa, detalla el doctor Montoya.
El ácido hialurónico no desaparece de nuestro cuerpo
Cabe recalcar que una vez que te sometas a un procedimiento de este estilo, deberás considerar que el ácido hialurónico no desaparece completamente del cuerpo.
Con el tiempo pierde su capacidad de retener agua y de dar volumen, por lo que el efecto visible dura entre 9 y 12 meses en zonas móviles y hasta 18 o 24 meses en áreas menos expuestas al movimiento.
Sin embargo, los restos del producto permanecen de forma permanente en los tejidos, aunque sin generar el mismo resultado estético.
“Se ha demostrado que el ácido hialurónico siempre deja un residuo por lo menos de un 20% definitivo que queda ahí (rostro)”, afirma la doctora Salisbury.
Desde la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica hacen un llamado a informarse sobre este tipo de procedimientos, indagando sobre el especialista a través de la Superintendencia de Salud, con el uso de su nombre y apellido, antes de realizar el procedimiento.
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