A la hora de criar a un hijo, sin duda la gran mayoría de los padres dan todo de sí para que crezcan en un entorno donde prevalezca el amor, el respeto y la unión.

No obstante, existen ocasiones en las que, por más que se intente dar un buen ejemplo a los retoños, los progenitores caen de manera inconsciente en errores disciplinarios que podrían tener un profundo impacto en los niños.

Así lo dejó entrever el psicólogo Daniel S. Lobel, colaborador de la web especializada Psychology Today, quien afirmó que en existen situaciones en la que los padres fomentan estrategias de afrontamiento de los problemas que son poco saludables en menores y que, incluso, pueden incidir en el desarrollo de sus personalidades.

Un ejemplo de ello es evitar las situaciones dolorosas, con el fin de que el menor no sufra. Sin embargo, esta acción puede alterarles la forma en que ven e interactúan con el mundo a su alrededor.

Otra situación que suele darse en la relación padres-hijo es alentar a los niños a evitar la incomodidad y reforzar su sensación de ser una víctima, pero lo cierto es que esta conducta no es saludable y podría, incluso, producirles trastornos de personalidad en el transcurso de sus vidas.

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¿Qué es un trastorno de la personalidad?

En términos generales, la personalidad es la combinación de pensamientos, emociones y conductas que nos hacen únicos. Es el modo en el que ves, comprendes y te relacionas con el mundo exterior, así como el modo en el que te ves a ti mismo, de acuerdo a los expertos de la prestigiosa Clínica Mayo.

En este contexto, un trastorno de personalidad dice relación con un tipo de alteración mental en la cual un individuo desarrolla un patrón de pensamiento, desempeño y comportamiento marcado y poco saludable.

“Una persona con trastorno de personalidad tiene problemas para percibir y relacionarse con las situaciones y las personas. Esto causa problemas y limitaciones importantes en las relaciones, las actividades sociales, el trabajo y la escuela”, informaron.

De acuerdo a la entidad, en ciertos casos es posible que las personas no se den cuenta de que tienen un trastorno de personalidad, ya que sus maneras de pensar y comportarse les parecen naturales. “Y es posible que culpes a los demás por los problemas que tienes”, agregaron sobre esta alteración que suele comenzar en la adolescencia o adultez temprana.

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Tipos de trastornos

Los tipos de trastornos de la personalidad se dividen en los grupos A, B y C, sobre la base de características y síntomas similares.

Los trastornos del grupo A se caracterizan por pensamientos o comportamientos excéntricos o extraños. Incluyen el trastorno paranoide de la personalidad, trastorno esquizoide de la personalidad y trastorno esquizotípico de la personalidad.

Por su parte, los del grupo B se caracterizan por pensamientos o comportamientos dramáticos, excesivamente emotivos o impredecibles. Incluyen el trastorno de personalidad antisocial, trastorno límite de la personalidad, el trastorno histriónico de la personalidad y trastorno narcisista de la personalidad.

Finalmente, los del grupo C se caracterizan por pensamientos o comportamientos de ansiedad o temor. Incluyen el trastorno de la personalidad por evitación, el trastorno de la personalidad dependiente y el trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva.

Por lo general, las personas que presentan un trastorno de la personalidad también tienen síntomas de, al menos, un trastorno de la personalidad más, según indicó la Clínica Mayo.

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Algunas características

Según la web especializada en medicina Manual MDS, éstas son las características más comunes en los citados trastornos de personalidad:

GRUPO A
Paranoide: desconfianza y sospecha
Esquizoide: falta de interés en los demás
Esquizotípico: ideas y comportamiento excéntrico

GRUPO B
Antisocial: irresponsabilidad social, desprecio por los demás, engaño y manipulación de los demás para su beneficio personal
Límite: intolerancia a la soledad y desregulación emocional
Histriónico: búsqueda de atención
Narcisista: fragilidad y desregulación subyacente de la autoestima y sentimiento evidente de grandeza

GRUPO C
De evitación: se evita el contacto interpersonal debido a la sensibilidad al rechazo
Dependiente: sumisión y necesidad de ser atendidos
Obsesivo-compulsivo: perfeccionismo, rigidez y obstinación

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Causas

Respecto de las causas de los trastornos de la personalidad, los expertos coinciden en que se producen por una interacción de los genes y el entorno.

En el primer caso, es posible que determinados rasgos de la personalidad se transmitan de padres a hijos mediante los genes heredados. A veces, estos rasgos se llaman tu temperamento.

En tanto, el entorno incluye los alrededores en los que creces, los eventos que tuvieron lugar y las relaciones con familiares y otras personas.

De acuerdo a los especialistas de la Clínica Mayo, es posible que los genes te hagan vulnerable a desarrollar un trastorno de la personalidad, y que una situación de la vida pueda desencadenar el desarrollo.

Asimismo, existen factores de riesgo que se asocian a estas alteraciones como antecedentes familiares de trastornos de personalidad u otras enfermedades mentales; una vida familiar abusiva, inestable o caótica durante la niñez; diagnóstico de trastorno de la conducta en la niñez; o variaciones en la química y en la estructura del cerebro.

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3 Errores que pueden desatar un trastorno de personalidad

Tras conocer de qué hablamos cuando nos referimos a los trastornos de la personalidad, es importante saber que ciertas decisiones de crianza que toman los padres pueden, de forma involuntaria, alentar al desarrollo de estas alteraciones.

Así lo señaló Lobel, quien declaró que existen ciertos errores comunes de crianza que aumentan la probabilidad de que un niño desarrolle síntomas de un trastorno de personalidad. “Todos estos errores provienen de padres que intentan erróneamente ayudar a sus hijos”, indicó el experto.

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1. No responsabilizar a un niño por sus decisiones y comportamientos

“Muchos padres, impulsados por la empatía hacia su hijo, liberan a su hijo de la responsabilidad por los errores que se han cometido. Por ejemplo, una niña les pidió a sus padres un nuevo teléfono celular. Cuando le dijeron que ella no necesitaba un teléfono, porque el que ella tenía funcionaba bien, ella dejó caer el teléfono en el baño y luego se rompió. Le dieron un nuevo teléfono”.

En el caso de niños que culpan a sus profesores de que les vaya mal en vez de asumir su responsabilidad, muchos padres optan por “justificarlos”. Si un padre intenta cambiar a su hijo de clase en lugar de responsabilizarlo, por ejemplo, por no hacer su tarea, obtener una calificación deficiente y culpar al maestro, le está haciendo un flaco favor. “Este patrón de culpar a los demás en lugar de asumir la responsabilidad es una característica de los Trastornos Limítrofe y Narcisista de la Personalidad y el papá le estaría enseñando a su hijo esta forma de afrontamiento”.

“Un enfoque más saludable para su papá sería responsabilizar a su hijo por sus decisiones y comportamientos; en este caso, su elección de no hacer su tarea. Aprenderá a asumir la responsabilidad de sus decisiones y sus comportamientos y encontrar un remedio constructivo. Tendrá la oportunidad de hacer esto en un ambiente de apoyo (la escuela) con su padre a su lado. La lección le servirá para siempre”, aconsejó el psicólogo.

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2. Fomentar la evasión

Existen padres que enseñan a sus hijos a evitar situaciones dolorosas o incómodas, lo que a menudo toma la forma de hacer adaptaciones especiales para evitarles molestias.

“Un ejemplo común son los padres cuyos hijos expresan que no se sienten cómodos viajando en autobús a la escuela. Podría ser porque no les gusta el conductor del autobús, o los otros niños, o el autobús en sí. Ceder ante el niño y llevarlo a la escuela le transmite al niño que no puede tolerar situaciones incómodas que sus compañeros pueden tolerar. Llegan a verse a sí mismos como rígidos e incapaces de funcionar en circunstancias que son diferentes a lo que quieren o a lo que están acostumbrados. Los individuos con rasgos obsesivo-compulsivos presentan esta rigidez”, indicó Lobel.

En este sentido, declaró que un enfoque más saludable es alentar al niño a alterar la situación o alterar la perspectiva para reducir su molestia. “Un ejemplo de alterar la situación sería que el niño tomara un asiento diferente, o un autobús anterior. Si esto no es posible, entonces el niño puede alterar su perspectiva al ver el viaje en autobús como una oportunidad para ponerse al día con la tarea o dormir en lugar de sentir la necesidad de participar socialmente”, dijo.

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3. Reforzar el sentido del niño de ser una víctima

En mucha ocasiones, en un esfuerzo por ser comprensivos y empáticos, los padres refuerzan el sentido de un niño de ser una víctima cada vez que se sienten heridos. Es decir, sobrevalidan la herida del menor generalmente con el propósito de apoyarlo.

Ejemplo de ello ocurre cuando los adultos intentan disminuir la experiencia de fracaso o decepción de sus hijos. “Cuando Julia no entró al equipo de fútbol, su madre le dijo: ‘Les gustan más las otras chicas. No saben lo buena que eres’. Esto alienta a Julia a sentir que está siendo acosada o discriminada en lugar de aceptar la probabilidad de que las otras chicas se desempeñaron mejor que ella durante las pruebas”, expresó Lobel.

“La sensación creciente del niño de ser una víctima aumentará su sensación de impotencia y sentimientos de ser dañado. Estos sentimientos pueden ser perjudiciales para su autoestima en desarrollo mientras le enseñan a temer a todo y a todos. Este es el patrón de pensamiento/sentimiento que se ve a menudo en individuos con rasgos de Trastornos Paranoicos y Limítrofes de la Personalidad“, agregó.

Finalmente, el experto manifestó que los padres que aman a sus hijos cometen comúnmente los errores de crianza discutidos más arriba y actúan en base al mejor interés para los menores. “Sin embargo, los niños aprenden lo que viven. Enseñémosles bien”, concluyó.