Aunque muchas veces se minimiza como un problema menor, la hiperhidrosis axilar —es decir, la sudoración excesiva en las axilas— puede tener un fuerte impacto en la calidad de vida de quienes la padecen.
Este trastorno afecta aproximadamente al 2% de la población mundial, y aunque no representa un riesgo vital, sí compromete el bienestar emocional, social y laboral de las personas. Como recuerdan los especialistas: sudar de más no es culpa de quien lo padece.
Qué es la hiperhidrosis axilar y cómo afecta a las personas
La hiperhidrosis axilar se caracteriza por una sudoración que excede lo necesario para regular la temperatura corporal, sin importar el clima o la actividad física, afirma la Clínica Mayo.
A menudo comienza en la adolescencia o en la adultez temprana, y puede manifestarse de forma bilateral, es decir, en ambas axilas, de manera constante e impredecible.
Las personas con hiperhidrosis no solo sufren por el exceso de sudor, sino por la ansiedad. Evitan levantar los brazos, usar ciertos colores de ropa o participar en situaciones sociales, según la Red Clínica de la Universidad de Chile. Así, se pueden generar cuadros de baja autoestima, aislamiento e incluso depresión.
Los síntomas más comunes incluyen sudor visible que traspasa la ropa, sensación de humedad constante y, en algunos casos, mal olor asociado al crecimiento de bacterias en la zona.
Si bien existen causas secundarias —como enfermedades endocrinas o efectos de medicamentos—, en la mayoría de los casos se trata de hiperhidrosis primaria, sin una causa médica identificable.
¿Existen tratamientos?
Respecto a los tratamientos, existen diversas opciones. Las más simples incluyen antitranspirantes con cloruro de aluminio de alta concentración, disponibles con o sin receta. Para casos más severos, se pueden aplicar inyecciones de toxina botulínica (botox), que bloquean temporalmente las señales nerviosas responsables de activar las glándulas sudoríparas.
Otra alternativa es la iontoforesis —una técnica que utiliza corriente eléctrica de bajo voltaje para reducir la actividad de las glándulas— o tratamientos más invasivos como la simpatectomía torácica endoscópica, una cirugía que corta los nervios responsables del sudor, reservada para los casos más graves.
Si bien la hiperhidrosis axilar no tiene una “cura definitiva” en todos los casos, sí es posible controlarla con un enfoque adecuado.