Una mezcla de fiestas, drogas y sexo, mayoritariamente entre hombres gais o bisexuales, tiene como resultado una práctica llamada chemsex, que para algunos representa libertad sexual y placer intensificado, pero que conlleva posibles riesgos físicos y psicológicos.
En concreto, el término chemsex se refiere al uso intencional de drogas psicoactivas durante encuentros sexuales para intensificar la experiencia y prolongar su duración, afirma un artículo de The Conversation.
¿Qué es el chemsex?
El término chemsex tiene un origen británico, que surgió de la fusión de las palabras chems (derivada de chemicals, como alusión a las drogas) y sex (sexo).
Según el medio, las sustancias más utilizadas en estos contextos son las metanfetaminas, la ketamina y el GHB (gamma-hidroxibutirato), conocido popularmente como “chorro”. En otros casos, las drogas se administran por vía intravenosa, práctica denominada slamsex.
El consumo de estas sustancias durante encuentros sexuales suele ir acompañado de prácticas de alto riesgo, como múltiples parejas, relaciones prolongadas y escaso uso de protección.
Esto ha derivado en un aumento en la transmisión del VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS), además de intoxicaciones, sobredosis y dependencia, afirma un documento elaborado por el Ministerio de Sanidad de España.
A nivel psicológico, los participantes pueden enfrentan sentimientos de culpa, aislamiento y angustia. En los casos más graves, se han reportado episodios de psicosis, ideación suicida y pérdida total de control.
¿Por qué algunos lo practican?
Acorde al documento de políticas públicas sanitarias de España, “no existe un único motivo por el que consumir drogas o involucrarse en determinadas prácticas sexuales, sino que se trata de una suma de razones relacionadas con elementos individuales, comunitarios y sociales que interactúan entre sí”.
Algunas de estas sustancias pueden hacer que quien las utiliza sienta excitación, desinhibición y sensación de confianza o seguridad, lo que cambia la experiencia sexual respecto al estado sobrio.
Incluso, hay quienes las consumen para realizar juegos o fantasías sexuales, o para reducir el potencial dolor de prácticas extremas.
Por otro lado, aclaran que mientras en algunos casos el chemsex se practica de manera experimental, o de forma muy puntual, en otros la frecuencia es mucho mayor, a menudo.
En ese sentido, advierten que a mayor frecuencia y mantenimiento de esta actividad a lo largo del tiempo, es más probable que se presenten efectos no deseados, consumos problemáticos y adicción.