Una nueva investigación arrojó que el ébola puede reactivarse en el organismo hasta cinco años después del primer contagio. El estudio, nació luego de un brote de este virus ocurrido en Guinea en febrero de 2021.

Publicado en la revista Nature, la investigación incluyó el estudio 14 casos confirmados recientemente. “Los mismos genomas mostraron muchas menos mutaciones de las que se esperarían si el virus hubiera continuado replicándose y transmitiéndose de persona a persona durante los últimos seis años”, señala un extracto.

Si bien hay casos anteriores de personas recuperadas de este virus y que este rebrotó en sus organismos sin presentar síntomas años después, este nuevo estudio demuestra que ahora los pacientes presentan una nueva “infección” hasta cinco años después de recuperados.

“El estudio tiene importantes implicaciones para la salud pública, incluida la posible necesidad de un seguimiento a largo plazo de los supervivientes de la enfermedad por el virus del Ébola para detectar la presencia del virus en los fluidos corporales o la vacunación para potenciar las respuestas de anticuerpos en estos individuos”, indica la investigación recogida por ABC.

Transmisión

Se considera que los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros de la familia Pteropodidae. El virus del Ebola se introduce en la población humana por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados, de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva.

“Posteriormente, el virus se propaga en la comunidad mediante la transmisión de persona a persona, por contacto directo (a través de las membranas mucosas o de soluciones de continuidad de la piel) con órganos, sangre, secreciones, u otros líquidos corporales de personas infectadas, o por contacto indirecto con materiales contaminados por dichos líquidos”, explica la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sus síntomas incluyen aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas.

Todavía no hay ningún tratamiento de eficacia demostrada, pero se están evaluando diversas formas de hemoterapia, inmunoterapia y farmacoterapia. Asimismo, también se investiga una posible vacuna para prevenir sus niveles de gravedad.