Invertir en más y mejores políticas de reinserción es esencial no solo desde un punto de vista de justicia social, sino desde una perspectiva de seguridad. Una persona que se reinserta con éxito es una persona que abandona el delito.

“La cárcel no sirve, solo destruye a las personas. Especialmente a las mujeres”, “¿Cómo se reinserta alguien que jamás fue parte del sistema? ¿Cuándo siempre has sido invisible?”

Estas son parte de cartas escritas por mujeres recluidas en el Centro Penitenciario Femenino de San Miguel, al Presidente Gabriel Boric.

El pasado 18 de julio se conmemoró el día de Nelson Mandela, en honor al activista sudafricano por los Derechos Humanos y, recogiendo su legado, desde la sociedad civil y Gendarmería de Chile se ha establecido también como el día de la Reinserción Social, con el fin de generar espacios para reflexionar sobre las dificultades que atraviesan quienes han estado en la cárcel y la importancia de fortalecer la labor en torno a la reinserción y rehabilitación.

Lamentablemente, esta fecha llegó con poco que celebrar.

Reinserción social: cuando el sistema no cumple su cometido

Hoy el sistema penitenciario enfrenta un máximo histórico de población: más de 60 mil personas privadas de libertad, de las cuales más de 20.000 están en prisión preventiva y cerca de 5.000 son mujeres. A nivel nacional, el sistema opera a más de 142% de su capacidad. Las vulneraciones a los Derechos Humanos de la población se encuentran desde hace años ampliamente documentadas, y los funcionarios y funcionarias de Gendarmería se enfrentan a desafíos cada vez más complejos con herramientas insuficientes.

El sistema carcelario tiene una premisa esencial: la inmensa mayoría de quienes ingresan a ella, saldrán. Por ende, parece evidente que el foco debería estar en que quienes salgan, no vuelvan a delinquir. Con tasas de reincidencia que oscilan entre el 40 y el 50%, el sistema no está cumpliendo su cometido.

Esto se explica por diversos factores. Uno de ellos, una muy baja cobertura de programas. De las más de 50 mil personas privadas de libertad el año 2023, solo 2.572 terminaron el año con una capacitación laboral certificada, y 8.380 personas condenadas recibieron intervención especializada. Del presupuesto total de Gendarmería de Chile, menos de un 10% se invierte en programas de reinserción y rehabilitación.

Por otra parte, las características de los entornos tienen un rol clave en el proceso de reinserción. Entornos carentes de oportunidades dificultan el desarrollo de nuevos proyectos de vida, dejando al delito como la alternativa accesible y a la vuelta de la esquina. En Chile, país con alta desigualdad territorial, existe una correlación entre territorios con mayor porcentaje de pobreza y el retorno a ellos de población penal.

Lee también...

La política criminal en Chile ha estado centrada en elevar penas

Salir de la cárcel y no volver a delinquir conlleva innumerables obstáculos invisibles: restablecer lazos con la familia, integrarse a una comunidad; encontrar un trabajo, retomar estudios, acceder a tratamientos de salud y un largo etcétera. Todo con el estigma de haber estado en la cárcel. Esto es aún más complejo en el caso de las mujeres, quienes además enfrentan la discriminación y los desafíos asociados al género, como la compatibilización de la maternidad con trabajo y pocas, o nulas, redes de apoyo.

Frente a esta realidad, invertir en más y mejores políticas de reinserción es esencial no solo desde un punto de vista de justicia social, sino desde una perspectiva de seguridad. Una persona que se reinserta con éxito es una persona que abandona el delito. Pese a esta realidad, la política criminal en Chile ha estado centrada casi exclusivamente en elevar penas, construir más cárceles y tipificar nuevos delitos. Sin embargo, nadie habla de qué sucederá cuando las personas terminen sus condenas.

Este mes cumplimos cinco años trabajando desde la Red de Acción Carcelaria en favor de las personas privadas de libertad, especialmente las mujeres. Hemos recorrido cárceles a lo largo de todo el país, presenciando las inhumanas condiciones en que muchas veces viven las personas en la cárcel. Pero con todo, el sistema penitenciario no muestra señales de mejoría, y en muchos sentidos, estamos peor que hace cinco años.

Es por esto que insistimos en que enfrentar el problema de la delincuencia exclusivamente desde una perspectiva punitiva resulta insuficiente, ineficaz e ineficiente. Se necesita un sistema robusto de reinserción social y fortalecer, conforme recomienda la evidencia, las penas alternativas a la cárcel y el apoyo post penitenciario. De lo contrario, permaneceremos en el círculo vicioso que nos ha llevado a este punto: más cárcel, más hacinamiento, más vulneraciones y una capacidad cada vez más reducida para reinsertar a quienes se encuentran cumpliendo sus penas. Más reinserción, son menos delitos y sociedades más seguras.

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile