Desde que comenzaste a leer esta columna, demorarás alrededor de dos minutos en llegar al final. En ese tiempo, en Chile se habrán generado 76 toneladas de residuos que irán a parar a vertederos o rellenos sanitarios. Somos uno de los países de Latinoamérica que más basura genera, cerca de 20 millones de toneladas al año. ¡No es sostenible!

Una herramienta fundamental para hacer frente a esta emergencia es la Ley 21.368 que regula la entrega de plásticos de un sólo uso y las botellas plásticas, promulgada en agosto del 2021 y que actualmente se encuentra en la segunda etapa de implementación.

En la primera etapa, que comenzó en febrero del 2022, se prohíbe la entrega de plásticos de un sólo uso, principalmente para el sector gastronómico. Así, se dio paso a los productos diseñados para ser compostados a nivel domiciliario o industrial y que estén certificados por el Ministerio del Medio Ambiente. La segunda etapa, se inició en agosto pasado, obligando a los comercios a ofrecer y recibir botellas retornables.

Tercera etapa: nada que se use solo una vez

Hoy, nos encontramos a unos meses de la entrada en vigencia de la tercera etapa de la Ley. A partir de agosto del presente año quedará prohibida la entrega de cualquier producto de un sólo uso destinado al consumo dentro de los establecimientos de expendio de alimentos que no sea reutilizable, independiente si es plástico o no. Leyó bien, ya no hablamos únicamente de plástico, sino de todos los productos que se usen una sola vez.

Esta tercera fase es sin duda la más desafiante.

Lo que para los consumidores será un ajuste, para las empresas gastronómicas se trata de un esfuerzo muy significativo que como sociedad debemos valorar. Habrá que modificar infraestructura, incorporar costos nuevos y educar a los clientes. Sin duda es una tarea muy difícil, pero extremadamente necesaria. Sabemos que en la industria las realidades de cada establecimiento son distintas y es importante que la normativa contemple esas diferencias.

Ya no se trata de que una cuchara esté libre de plástico y sea compostable, ahora debemos velar como sociedad que esa cuchara no termine en un vertedero, bajo toneladas de basura, transformando su descomposición en metano, un gas de efecto invernadero más dañino que el CO2. Si es compostable, habrá que compostarla. Suena simple, pero requiere de la coordinación de diferentes actores, la creación de mercados secundarios para estos productos y un aumento de la conciencia social.

Chile ha sido pionero en la región al implementar regulaciones significativas para la gestión de residuos. Además de la Ley que regula la entrega de plásticos de un sólo uso, se suma la de Responsabilidad Extendida del Productor.

Al mismo tiempo, existen proyectos de Ley destinados a facilitar la valorización de los residuos orgánicos, promover el trabajo de prevención y reducción de las pérdidas y desperdicios de alimentos, así como iniciativas para la gestión de residuos en sectores como la construcción y textiles, entre otros.

No me extiendo más, porque el cronómetro sigue corriendo y las toneladas de residuos se siguen acumulando. La triple crisis ambiental parece inevitable, pero estoy convencido de que el trabajo público privado coordinado, serio y con altura de miras permitirá hacerle frente de forma responsable y justa.

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