La minería nacional del litio está retrasada. Es inaudito que siendo este mineral tan relevante en la conversión a la electromovilidad y contando Chile con las reservas conocidas más grandes del mundo, en la última década no se hayan hecho esfuerzos significativos por promover más empresas que puedan aumentar la cantidad de dicho mineral que exportamos al mundo.

En las últimas semanas el valor del carbonato de litio ha bajado considerablemente, concretando así, una pérdida de más del 70% del valor respecto de sus máximos históricos. Si previo a 2021 cada tonelada tenía valores en torno a los 5.000 o 6.000 USD, en 2022 llegó hasta los 80.000 USD, precipitándose luego hacia los 30.000 USD a comienzos de este año. Finalmente una serie de factores, particularmente las perspectivas económicas en China, han empujado el precio hacia las cercanías de los 20.000 USD por tonelada.

Esto es una mala noticia, pues si bien el fisco chileno recibió cuantiosos aportes provenientes de los pagos de las dos empresas que hoy explotan el litio en Chile en razón de los últimos peak de precios, esto fue solo una pequeña fracción de la potencialidad que tiene nuestro país en términos de su capacidad de exportar litio al mundo.

La minería nacional del litio está retrasada. En esto por cierto que hay una responsabilidad del Estado, lo que incluye a gobiernos anteriores, pero aquello no exime de responsabilidad al actual gobierno del presidente Gabriel Boric, que presentó en abril de este año la Estrategia Nacional del Litio. Esta iniciativa, que demoró un año en anunciarse, queda en deuda en la materia más relevante en torno al llamado “oro blanco”: acelerar la extracción del mineral tanto como sea posible.

La estrategia del gobierno ha sido mantener el rol estratégico del litio en el ordenamiento jurídico nacional, promover la creación de una empresa estatal para que lidere su explotación y un instituto de innovación para potenciar el llamado encadenamiento productivo o “agregar valor”; en suma manteniendo el monopolio estatal.

Lo cierto es que en el plano de la experiencia real, lo planteado por este gobierno va justamente en la dirección contraria a la exitosa ruta que ha seguido la explotación del cobre chileno en las últimas décadas.

Chile, sin tener las mayores reservas, es el mayor productor de cobre de mina del mundo. Muy por el contrario, pese a tener las mayores reservas de litio y ventajas comparativas muy relevantes, se sitúa tras Australia en términos de producción y apenas por sobre China.

Si consideramos que en términos de la búsqueda de nuevos proyectos para acelerar la producción estamos quedando por detrás de países como Argentina y Perú, el llamado presidencial de que Chile será protagonista en materia de litio a través de la Estrategia Nacional del Litio, no es más que ciencia ficción.

En La Moneda, en este tópico, han decidido abandonar el principio de realidad y seguir una vía más cercana a posturas ideológicas que ubican al Estado como el motor de la extracción de recursos naturales.

Es de una profunda gravedad política, social y moral que las preferencias personales del gobernante y su coalición terminen por extinguir una posibilidad de progreso para el país, pero esto empeora si ocurre en contexto de una década de bajo crecimiento y una posible recesión en curso.

Chile ha tenido malas noticias en términos económicos desde el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, pero esto se ha exacerbado en los últimos años de la mano del 18 de octubre, la pandemia y la incertidumbre constitucional y política.

Estas malas noticias se materializan no sólo en la proyección del Banco Central de que en el mejor de los casos el crecimiento del PIB llegará a 0%; es decir, no se contraerá la economía; sino que también en el alza consistente de las cifras de desempleo y la caída de Chile en rankings internacionales como el de Fraser Institute sobre libertad económica (del 7° lugar en 2012 al 30° en 2023) o el ranking de economías innovadoras de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual de Naciones Unidas, en donde cedimos el liderazgo regional a Brasil.

Los pobres desempeños económicos generan consecuencias bastante concretas para los países. Si no hay dinamismo económico, el desempleo se asoma, los sueldos se estancan y, si a esto le sumamos una inflación disparada, las familias chilenas son quienes lo resienten duramente.

Esta perspectiva hace aún más urgente reactivar la inversión y cada una de los sectores productivos nacionales, por lo que la contradicción respecto del manejo de la industria del litio, que algunos califican como el petróleo del futuro por su potencial de ingresos e importancia global, es incomprensible fuera de un afán romántico por parte del gobernante: dar al Estado un rol prioritario o monopólico en la materia.

Otro elemento que dificulta la comprensión del camino elegido por el gobierno es la discusión sobre los ingresos fiscales. El Presidente y el Ministro Marcel han sido majaderos en insistir en un “pacto fiscal” tras el rechazo de la reforma tributaria del gobierno, esto, alegando que se necesitan más ingresos para financiar el programa de gobierno.

Siendo la explotación del litio una de las fuentes de ingresos más significativas para el fisco, llegando a aportar más de 5.000 millones de USD durante 2022, es sumamente desafortunado que no se le imprima la necesaria aceleración a esta industria, cuando los beneficios incluso para el gobierno son evidentes.

A los elementos anteriores, se le suma una precaución relevante a esta materia: la inversión de estados extranjeros, como el caso de China, en torno a recursos estratégicos.

Si bien la inversión de capitales extranjeros es, por regla general, algo deseable y fundamental para el desarrollo de los países, en el caso del gigante asiático el rol de su Estado en dicha sociedad implica, en alguna medida, un posicionamiento de dicho Estado en las inversiones que realizan tanto empresas estatales como capitales privados. Este tópico requerirá ser analizado con especial atención a medida que continúe el desarrollo de la industria en Chile.

Es cuestión de tiempo para que el boom de precios del litio sea historia

En términos de sustitutos otros elementos para la fabricación de baterías, como el sodio y el potasio, y nuevas tecnologías, como las celdas de hidrógeno verde para energizar autos, son elementos que empujarán el precio del litio a la baja.

Por otra parte, la posibilidad de que más países entren en la carrera de la explotación de litio o bien, que los actuales competidores de Chile logren dar un salto que los ponga en el primer lugar de producción hacen que la posición aventajada de nuestro país en esta materia permita sólo una ventana de tiempo en la que podemos aprovechar de mejor manera los beneficios de desarrollar esta industria.

No sabemos si los precios del litio volverán a subir en el corto plazo, pero si este fue el fin de los precios históricos que habrían permitido un superdesarrollo de la industria de dicho mineral en Chile, habrá sido, sin dudas, la crónica de una decepción anunciada.

Tanto esta generación como las venideras, no perdonarán la impericia de ignorar las oportunidades y ponerle trabas al progreso nacional por celo ideológico.

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