Respecto a la reforma de pensiones, es claro que hoy en día existe un acuerdo: es necesario incrementar el porcentaje de cotización. Eso ya no se discute. Es más, el porcentaje adicional parece estar más menos zanjado en un 6% (en lo personal, sigo considerando bajo cotizar por el 16%).

Lo que aún está en discusión es a qué se destina esa cotización adicional. El gobierno plantea un 2 y 4, es decir, un tercio de la cotización a las cuentas individuales de los cotizantes (capitalización individual) y los otros dos tercios a un fondo común manejado por el Estado (reparto o “solidaridad” intergeneracional). En cambio, la derecha plantea que el 100% vaya a capitalización individual. Si bien durante el gobierno de Piñera propusieron un 3 y 3, la posterior implementación de la PGU y el nuevo escenario político ha endurecido su postura.

El reparto o solidaridad intergeneracional no es sostenible en el tiempo. Dados los cambios en estructura poblacional hoy en día son insolventes por definición. De hecho, los países desarrollados están abandonando lentamente los sistemas de Reparto, y paulatinamente van migrando a sistemas con mayor participación de la capitalización. Sin embargo, la transición es lenta, porque no es fácil, ni operativa ni políticamente, deshacerse de un sistema de reparto.

También en Chile, los cambios demográficos hacen inviable el Reparto, de acuerdo al INE el año 2025 Chile alcanzará su peak de personas en edad laboral idónea (25 y 64 años). Después del peak viene la curva descendente.

Otro dato relevante es que para el año 2050 la población mayor de 85 años será cercana a 1 millón, es decir, la población está envejeciendo aceleradamente. Considerando estas cifras, el Reparto muestra dos caras de una misma moneda; solidaridad intergeneracional con los actuales pensionados de parte de las actuales y futuros cotizantes, o bien egoísmo intergeneracional de las actuales pensionados con las futuras generaciones. Lo que es irrefutable es que el Reparto les dejará una mochila muy pesada, posiblemente insoportable, a los jóvenes y niños de hoy. En resumen, cada vez menos tendrán que financiar a más, simplemente inviable.

Sin embargo, existe una verdadera solidaridad sustentable: la capitalización solidaria. Esto es que un porcentaje del 6% adicional vaya a otras cuentas, no necesariamente del cotizante en cuestión, y se capitalice. En particular, que parte de las cotizaciones de hombres pasen a mujeres ¿Por qué? Porque las mujeres son injustamente castigadas en el mercado laboral por la maternidad, esto hace que sea justo y necesario que la sociedad compense esa importante labor.

Además, las mujeres hoy tienen mucho peores tasas de reemplazo, en relación a los hombres. En concreto, el 6% adicional podría ir en un 3% a capitalización individual y el 3% restante de las cuentas de los hombres pasa a las cuentas de mujeres que han sido madres y que están formalizadas en el mercado laboral, lo anterior con el fin de favorecer la formalización. Por su parte, las mujeres que no han tenido hijos podrían destinar el 6% a su capitalización individual. Estos porcentajes son sólo para hacer un ejercicio teórico, lo importante es equiparar pensiones por años cotizados entre hombres y mujeres.

La capitalización solidaria espanta varios fantasmas del Reparto, el primero es la sustentabilidad en el tiempo, el segundo es que los fondos son de los cotizantes, eliminando el fantasma latinoamericano de que los políticos intenten apropiarse de estos fondos o darle criterios políticos a su uso sin velar por los cotizantes. La capitalización solidaria es mucho más solidaria que el Reparto, pues no deja una mochila de plomo a las futuras generaciones.

¿Qué hacer con los actuales pensionados? Los impuestos generales son la respuesta transitoria, fortalecer la PGU y otros mecanismos transitorios de apoyo a los pensionados mientras el sistema se estabiliza. ¿Es necesario hacer algún otro cambio? Sí. Por más que sea impopular, es necesario aumentar las edades para pensionarse. Con las expectativas de vida de hoy, ambos sexos deben cotizar al menos hasta los 67 años.

Las AFPs también deben tener cambios, no se les pide magia ni demagogia, simplemente comisiones más razonables, incrementar la competencia y flexibilizar o modificar regímenes de inversión para que se alcancen mayores rentabilidades (que llevan 20 años dejando mucho que desear). Por último, otro cambio relevante son políticas de incentivo a la formalización laboral. No existe sistema de pensiones que pueda soportar un mercado laboral altamente informalizado.

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