En medio de los cambios sociopolíticos que atraviesa Chile, del debate en torno al modelo educacional que nos debe regir y de la próxima Prueba de Acceso a la Educación Superior, perdemos de vista ciertos aspectos que son grandes logros y que ha implicado un amplio esfuerzo conseguir. De acuerdo a un estudio de Acción Educar, el número de investigaciones científicas publicadas por universidades privadas aumentó un 309% en el período 2012 – 2020, lo cual no puede sino ser catalogado como un notorio avance. Asimismo, si miramos rankings de referencia como el tan citado QS, en 2009 apenas figuraban dos casas de estudio chilenas y actualmente ya encontramos a 24 en ese selecto grupo.

Crecer en estos indicadores es una muestra de cómo las Universidades hemos entendido el desafío de potenciar nuestra calidad, de ser activos en la búsqueda de soluciones a las grandes problemáticas que afectan a la humanidad y de entregar educación del más alto nivel, tanto en pre como en postgrado. Todo esto repercute en progreso y movilidad social, que es el único camino para acortar brechas e igualar las oportunidades que se presentan para los jóvenes hoy y en el futuro.

Chile vive un momento decisivo, con una ciudadanía empoderada que anhela un país mejor en el más amplio sentido de la palabra. Estoy convencido de que la educación es pilar en ello y que estamos avanzando en un modelo que es mirado por toda la región y que debemos resguardar y optimizar cada día, a través de una creciente inversión en investigación, innovación y desarrollo. Nuestro llamado, por tanto, es a no perder ese norte y recordar que la educación no solo trata de desarrollo personal, sino de progreso y transformaciones sociales.

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile