La discusión sobre el rol de las tareas de cuidado en nuestra sociedad lleva años siendo uno de los temas centrales dentro del avance hacia mayores estándares de justicia laboral para las mujeres, y el establecimiento de parámetros de igualdad de género dentro del mundo del trabajo en general. En esta línea, la gravedad del problema solo ha aumentado desde la pandemia, entendiendo que cientos de miles de mujeres debieron tomar parte de acciones de cuidado asumiendo directamente costos laborales y personales.
Dentro de los datos generales, y según la última Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (2015), el 52% de las mujeres asume realizar labores de cuidados de forma no remunerada, dedicando en promedio 3 horas diarias a estas actividades. Complementario a esto, un 41% de las mujeres dedica más de 4 horas al día al cuidado de niños/as o personas dependientes, mientras que solo un 16% de los hombres destina un tiempo semejante en dichas tareas, según la Encuesta de Bienestar Social (2021). En la región Metropolitana se genera la mayor brecha de género. Mientras las mujeres destinan en promedio 3,5 horas diarias a labores de cuidados (24,5 horas semanales), los hombres destinan 1,8 horas.
Esta situación es independiente a si las mujeres presentan ocupación laboral, desocupación o informalidad laboral. No obstante, cuando se analiza el uso del tiempo, las mujeres que tienen a su cargo tareas de cuidado ocupan significativamente menos tiempo en empleos formales. Por ende, perciben menores ingresos y tienen mayores niveles de dependencia económica que los hombres.
En INFOCAP recibimos diariamente a cientos de mujeres que buscan abrirse nuevas oportunidades dentro del mundo laboral, y hemos constatado cómo la incompatibilidad de los cuidados y el trabajo se presenta como una de las principales barreras para activarse laboralmente. Una de las respuestas posibles de tomar en este camino tiene que ver la posibilidad de profesionalizar el rol de cuidadora y abrir, desde ahí, una opción de inclusión laboral que permita una generación de ingresos ajustada a las necesidades apremiantes que se presenta.
En este sentido, llevamos cinco años implementando el curso de Cuidados y Atención de Salud donde el 99% del estudiantado son mujeres, de las cuales la mitad es jefa de hogar (aporta el máximo ingreso económico de la familia) y la otra mitad es dependiente económicamente, además de tener en promedio más de dos hijos a cargo.
En este periodo de tiempo se han capacitado más de 400 personas, aprendiendo desde anatomía, hasta primeros auxilios y prácticas de autocuidado, logrando adquirir los conocimientos necesarios para tener nuevas salidas laborales, tales como trabajo en casas particulares o Centros de Cuidados para adultos mayores. Dada la gran experiencia obtenida desde el curso en la región metropolitana, pudimos avanzar en la apertura de nuestro primer taller de Cuidados en Salud dentro de nuestra sede de Concepción en un trabajo colaborativo con el Gobierno Regional del Bío Bío, lo cual permitirá la formación de nuevos grupos de personas interesadas en integrarse a este campo.
La crisis de los cuidados es multidimensional en el país y avanzar hacia un Sistema Nacional de Cuidados que acoja la demanda histórica de atender a quienes cuidan, garantizando sus derechos económicos y sociales, es una necesidad urgente en la sociedad actual.