Aunque no se trata de una iniciativa del todo novedosa, setenta empresas y más de 3 mil trabajadores de Londres dieron el vamos a una experiencia piloto que busca demostrar que disminuir la semana laboral de cinco a cuatro días es viable.

La estrategia se denomina 100/80/100: obtener el mismo salario, trabajar un día menos y asegurar la misma productividad con menos horas trabajadas.

Mientras en Chile aún seguimos entrampados en la anacrónica discusión sobre mantener o no las 45 horas semanales, la iniciativa impulsada por la ONG “4 Day Week Global” es reflejo de un mercado del trabajo que avanza irremediablemente hacia la flexibilidad.

Una flexibilidad entendida como la mejor vía posible para equilibrar la vida personal y laboral, manteniendo estándares de productividad que permitan la sustentabilidad de las organizaciones.

Para ambas partes –empresa y trabajadores–, la apuesta es posible en la medida de que los objetivos corporativos no se vean afectados. De hecho, la semana laboral de cuatro días no es una medida universal o aplicable a todas las industrias. Eventualmente, algunos sectores podrían impulsarla, pero dependerá de reorganizar sus turnos y dotaciones. Pero eso es ya otra historia. Volvamos a Londres (…).

Las transformaciones de las organizaciones se dan, básicamente, por crisis o por visión. En este caso, cada empresa decidirá por qué razón va a tener que cambiar. Si no puedo conseguir mejores empleados o si ya los tenía y estos se van porque no consigo equilibrar mi modelo laborar con calidad de vida, evidentemente estoy en una crisis. El sentido de urgencia lo dará cuánto me afecte ese problema.

El reto para los líderes está en resolver y anticiparse al desafío con más visión, que no es otra cosa que entender hacia dónde se mueve el mundo. Quizás no vale la pena discutir si estamos o no preparados, sino cuándo vamos a materializar este cambio. Algunas empresas lo entenderán mejor y serán líderes, otras, serán empujadas por el mercado. Y una fracción de ellas fracasará en su evolución.

La idea materializada en Londres en los últimos días tiene evidencia de fondo: un 63% de las empresas confían en atraer mejor talento con una semana de cuatro días; mientras que un 78% de los empleados reconocía tener un mejor equilibrio entre su vida personal y familiar con tres días de descanso. La ecuación no es compleja: trabajadores más felices, procesos más eficientes.

Volvamos a Chile, ¿cuán lejos estamos? Dependerá del valor que le asignen las organizaciones a la dualidad entre productividad y flexibilidad. ¿Vale la pena ser más productivo si eso me permitirá ganar un día de descanso, trabajar menos horas y recibir el mismo sueldo? La tentación es decir que estamos “muy lejos” de esas setenta compañías inglesas, pero muchas empresas locales disponen de infraestructuras y recursos que no son tan distintas a las del “primer mundo”.

La clave está en un cambio de mentalidad. Una semana de cuatro días será posible solo si las organizaciones logran adaptar sus culturas y procesos hacia el cumplimiento de objetivos, con el incentivo de que ese tránsito favorecerá el ansiado equilibrio entre trabajo y calidad de vida.

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