En un mundo cuya población crece día a día y también la cantidad de desechos que producimos por persona, se hace urgente reforzar las políticas que tiendan a la economía circular y al manejo eficiente de nuestros recursos.

Chile es el país latinoamericano que genera más desechos plásticos de un solo uso, ubicándose en el puesto número 11 a nivel mundial, según The Plastic Waste Makers Index. Un reporte realizado por la asociación australiana Minderoo Foundation, que elabora un ranking de contaminación por empresas y países.

Como contraparte, existen iniciativas que muestran una creciente toma de conciencia. El reciclaje creció un 11% en 2020 según los resultados del Estudio de Reciclaje de los Plásticos en Chile de la Asociación Gremial de Industriales del Plástico (Asipla).

Si bien el total de plásticos reciclados sigue siendo muy bajo, apenas el 8,5% del consumo total, considerando el industrial y domiciliario juntos, ese pequeño crecimiento se dio en el contexto de una pandemia, donde el impacto causado por las cuarentenas, el cierre temporal de puntos limpios y las restricciones al trabajo presencial, fueron factores que dificultaron la recolección.

Como buena noticia, estamos ad portas de la implementación de la Ley REP, la que comienza a obligar a las empresas a hacerse responsables del reciclaje de los envases que ponen en el mercado, por lo que podríamos esperar un mayor crecimiento ahora que las condiciones serán radicalmente distintas.

Además, me gustaría destacar otras importantes medidas sustentables que están en gestación y cuyo impacto podría ser altísimo.

En enero de este año, el Ministerio del Medio Ambiente inició el proceso formal de creación de una “ecoetiqueta”, la que sería obligatoria para gran parte de los envases y embalajes que se lanzan en el mercado con el propósito de informar sobre su materialidad y reciclabilidad. Se trata del sello #ElijoReciclar, un inicio concreto en el camino para cumplir con la Hoja de Ruta para un Chile Circular al 2040.

La intención final, es que cualquier consumidor que quiera realizar una compra tenga la posibilidad de elegir entre distintas marcas, y poder tomar en cuenta cuál es la que garantiza que al menos el 80% del material contenido en el envase pueda ser efectivamente reciclado.

Esto es de suma importancia para la correcta separación de los residuos, pero sobre todo, abre una ventana a algo aún más relevante: cuando hablamos de etiquetado, el tema en cuestión es la transparencia y claridad en la información.

Necesitamos transparentar el impacto ambiental de los productos que se ponen a disposición en el mercado para realmente reducir el impacto que generan nuestros hábitos de consumo en el medio ambiente y este podría ser un muy buen primer paso. Recordemos que en Chile ya lo hicimos con los “sellos” en los alimentos y sus efectos en la salud, obteniendo buenos resultados.

En este caso, en concreto, el ecoetiquetado abre una tremenda oportunidad para que los consumidores puedan saber con certeza si un producto está bien diseñado y cuenta con una propuesta circular plausible, y así decidir sobre su compra de manera informada.

Esta demanda de transparencia debería ser tomada como una invitación para que el sector privado reoriente sus estrategias, cumpla con propósitos de triple impacto y busque un posicionamiento positivo educando a la ciudadanía en la diferenciación y reconocimiento de los envases reciclables.

Para las empresas es fundamental ir más allá y no ver esto como una amenaza, sino como oportunidad y una instancia para repensar lo que se hace actualmente, aplicando innovación en sus productos y envases, así como también en la entrega de información.

Algunos captaron de inmediato las ventajas del ecoetiquetado y ya pusieron en marcha iniciativas que han obtenido muy buena recepción en el público; vemos a algunos de ellos en nuestra misma AppRe, donde las personas pueden escanear el código de barra e identificar si el envase que tienen en sus manos puede ser recibido en un Punto Limpio para luego ser reciclado.

Muchas marcas han estado dispuestas a transparentar esta información y hemos sido testigos de cómo han trabajado activamente para mejorar sus envases, de tal manera de formar parte del grupo de los envases marcados como reciclables.

En la otra vereda, existen empresas que aún no implementan medidas y que corren el riesgo de quedar fuera de la cultura creciente del cuidado del medio ambiente, con las desventajas que eso implica para su posicionamiento en el mercado y su reputación social, entre otras.

Por eso, medidas como el ecodiseño, acompañadas de una exigencia de transparencia, a través de un correcto etiquetado son sumamente efectivas para conseguir avanzar hacia la sustentabilidad, porque no generaremos concientización ni círculos virtuosos si primero no entregamos a las personas información clara, precisa y transparente sobre lo que están comprando al momento de escoger un producto u otro.

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