El presidente electo Gabriel Boric ha manifestado un gran interés por dialogar con los niños y niñas. Además, dentro del programa del futuro jefe de Estado podemos encontrar diversas políticas respecto a la niñez.

Con frecuencia diversas autoridades o dirigentes políticos manifiestan su interés en la infancia, participando en coloridas y alegres actividades con niñas y niños.

Incluso algunos recientes mandatarios, haciendo gala de una supuesta sintonía con los pequeños, los han tomado en brazo frente a las cámaras… El resultado: un niño que llora y trata de librarse con angustia de la puesta en escena. Y es que las niñas y niños son muy inteligentes, mucho más de lo que el mundo adulto les suele conceder. Ellos sienten, de inmediato, cuando hay autenticidad, respeto, cariño, apertura… o manipulación.

El presidente Boric también ha manifestado gran interés en la niñez. De hecho su programa de gobierno tiene como portada al presidente y una niña. Sin embargo, Gabriel Boric nos está hablando de algo más profundo y transformador. A mi juicio estamos en presencia de una relación entre el Presidente de la República y cada niña y niño con el que dialoga, significativamente distinta.

En sus encuentros, tanto con niños que lo fueron a visitar o con quienes se encuentra en algún evento masivo, Gabriel Boric pareciera espontáneamente deshacerse del rol de adulto y Primer Mandatario, para estar física y emocionalmente a su misma altura, abierto a compartir, a participar de un diálogo respetuoso y verdadero, sin distancias ni pre-juicios.

El presidente Gabriel se abre a escuchar al otro de tú a tú, a intercambiar miradas, dolores y sueños, todos plenamente legítimos e igualmente prioritarios. Es posible ver que la agenda de preocupaciones y propuestas de esos niños, su modo preciso (y precioso) de expresarlas, no tienen para el presidente un lugar distinto ni menor.

Hay en estos gestos, a mi juicio espontáneos (si no, los niños lo delatarían), una nueva mirada sobre la legitimidad de lo que cada pequeña y pequeño puede aportar de manera real al desarrollo del nuevo Chile en construcción.

Por cierto, en el programa de gobierno de Gabriel Boric hay diversas políticas y medidas concretas respecto de la niñez. Pero cuando vemos al presidente relacionarse de este modo con ellos, está ocurriendo un gesto humano muy poderoso. Porque en el hecho de respetar y apreciar la riqueza de la mirada de los niños, de manera genuina y sin paternalismos, hay sabiduría. Como nos proponía Humberto Maturana, se nos invita a vivir siempre en “la aceptación del otro como legítimo otro en la convivencia”.

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